Un aplauso, dijo la señora del micrófono, y en el barrio Chile todos aplaudieron, menos el niño morenito, de la silla roja. Cinco años, por ahí. Otro niño, misma edad, no tan moreno, lo sacudió y le dijo, "¡ey, ey…, que un aplauso", pero no logró sacárselo. Él miraba la pantalla, todavía sin prender.
"Vine a ver una película, porque me hace muy feliz. Es la primera vez", dijo Camilo Gómez, seis años, acento costeño. No era la primera vez que veía una cinta, corrigió la mamá, Huberly Torres, pero a él le pareció que eso de traer la silla desde la casa y ver al aire libre, era también una primera vez.
"Yo estaba ocupada en la casa y llegó corriendo, a decirme que había una película, y que se iba a venir solo. Le dije que solo no, agarró la silla y nos vinimos".
Cine en los barrios es un proyecto del Festival Internacional de Cine de Cartagena. Hace 17 años salían a la calle unas diez personas, ahora, diez son las que llegan veinte minutos antes.
"La idea del programa es sensibilizar la gente con el cine y se les lleva cortos y documentales a sus barrios, para ir creando en ellos esa costumbre. Luego se convierte en Barrios al cine, que es cuando a esa gente que ya lleva viendo un tiempo cortos y documentales, quiere ver una película en gran formato, y se les invita al centro de convenciones", explica Ángela Bueno, la coordinadora.
Hoy se llega a 250 sitios, que incluye no solo barrios, sino municipios, veredas y corregimientos, instituciones educativas, asilos, hospitales, bibliotecas. Los sitios se inscriben y el festival los visita, los convoca y les envía los cortos, para que los vean en comunidad.
Algunos, incluso, se vuelven independientes en la proyección. A otros llega el showcar, que es el carro con la pantalla que proyecta en la calle del barrio. La elección de cortos es según la edad, no pueden tener connotación negativa, ni sexo. Están elegidas con cuidado, para que además de eso, también los divierta. A eso van, "a distraernos un rato", señaló Vannesa Mendoza, 10 años.
"Pienso que todos los seres humanos podemos tener una vida diferente. La idea es —continúa Ángela —llegar a los sitios más recónditos para mostrar algo diferente. El Festival no es un evento solo de las murallas, es de toda Cartagena".
El lunes fue para el barrio Chile. Ahí estaba el niño moreno, que no quiso aplaudir y la niña que se salió corriendo a buscar a la mamá, cuando el duende apareció en el cortometraje. "¡Tengo miedo…", y se tapó con la camisa. Después volvió a correr y no le quitó la mirada a la niña, dibujada en lápiz, que se convirtió en mosca.
"Es la facilidad. Crear la cultura del cine en todas partes. Lo veo como una ventana que puede cambiar la mentalidad y el entorno de la gente, porque se ve otra cosa diferente".
Ángela se ha emocionado muchas veces. El domingo el showcar estuvo en El Pozón, un barrio de bajos recursos. Ningún niño había visto, nunca, una pantalla de cine. No despabilaron. La emoción les sobrepasaba el tamaño.
Les ha pasado, también, que a veces llevan a los pequeños al Centro de Convenciones y se juntan un montón de primeras veces: ver una película y ver la ciudad amurallada.
Las dos primeras filas no estuvieron mucho tiempo solas. Más niños fueron apareciendo con sus sillas y las acomodaron una al lado de la otra, una atrás de la otra. Algunos se sentaron en el piso. Los adultos también miraron, pero no llevaron sillas.
Los de la biblioteca Pablo Neruda fueron los que inscribieron el barrio. "Nosotros participamos desde hace cuatro años, pero se nos quedaban muchos, porque este barrio es muy grande. Entonces les propusimos que nos trajeran la pantalla, porque nos gusta que nuestros niños se interesen por el arte", contó Pedro Maza, presidente de la Junta de Acción Comunal y de la biblioteca.
No hubo más cuchicheos cuando empezó la proyección. Caras directo a la pantalla, aunque hubo niños que llegaron tarde. Ángela mira, mientras tanto. Han sido años de llevar el cine a los barrios, de sonreír con los niños y los abuelos, con los adultos y las señoras que se ríen hasta porque no ha pasado nada.
Muchos recuerdos, como esa vez en el barrio Nelson Mandela. La película era sobre fútbol, de pronto hicieron gol, y todos los pequeños gritaron y se pararon, emocionados, como si estuvieran en un estadio de fútbol, viendo un partido de verdad.
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