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Lectores comparten sus vivencias de la emergencia invernal

Desde el Occidente, el Magdalena Medio y el Bajo Cauca, los tipeadores narraron su experiencia con el inclemente invierno.

19 de noviembre de 2010
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En la temporada invernal más fuerte de las últimas décadas, casi nadie se ha librado de padecer los perjuicios del exceso de lluvias. Lectores dan testimonio de sus experiencias.

Los gobiernos nacional, departamental y local lo reconocen: esta temporada invernal es de las más fuertes en los últimos años en Colombia.

Personas muertas, desaparecidas, damnificadas, deslizamientos, ríos desbordados, pueblos incomunicados, cultivos arrasados, enfermedades..., azotan ciudades y campos.

En Antioquia, el Dapard declaró alerta roja en las zonas ribereñas de los ríos Magdalena, Cauca y Atrato, y en el área metropolitana.

Desde el Occidente, el Magdalena Medio y el Bajo Cauca, los tipeadores narraron su experiencia con el inclemente invierno.

En el puente se aguaron los paseos
Quizás la zona más afectada en el puente de la Independencia de Cartagena fue el Occidente.

El deslizamiento de siete mil metros cúbicos de tierra y rocas en el punto La Aldea, kilómetro 17 de la vía al Mar, complicó el retorno de los ocupantes de unos tres mil vehículos que ingresaron a la zona el fin de semana.

El derrumbe ocurrió en la tarde del pasado sábado 13 de noviembre, lo que ocasionó que los viajeros se demoraran hasta cinco horas en el recorrido Medellín – San Jerónimo.

Sandra Kilby salió para San Jerónimo ese sábado a la 1:00 de la tarde y dice que no tuvo problemas a la ida. Eso sí, sus hermanos arrancaron a las 5:00 y no pudieron llegar.

Y para ella la tortura fue en el regreso. Partió para Medellín a las 6:00 de la tarde del lunes 15 y solo llegó a la ciudad a las 10:30 de la mañana del día siguiente.

Las casi 17 horas de duración la hacen decir que fue el peor viaje de su vida. Más, si se tiene en cuenta que estaba con dos niños, que lloraban ante la angustia de su madre.

Y es que en ese trancón, que según testigos copaba la vía desde Santa Fe de Antioquia hasta San Jerónimo, el desespero se apoderó de turistas y conductores que tenían que volver pronto a Medellín.

Los camioneros protestaron porque las autoridades habilitaron un carril solo para vehículos particulares. Decían que los alimentos se podían dañar y el ganado se podía enfermar encerrado en furgones.

Aleida García Morales estaba en Necoclí, en un viaje de trabajo, y cuenta que entre San Jerónimo y Medellín se demoró seis horas.

Relata que en este municipio del Occidente “los alimentos escaseaban y una entrada al baño se convirtió en una odisea, pues ya no encontrábamos quién nos lo alquilara”.

Esta tipeadora afirma que camioneros que querían salir para Medellín desde el domingo 14, aún el martes 16, al mediodía, permanecían en San Jerónimo.

Sandra, por su parte, cuando por fin superó el derrumbe vio que en otros dos puntos caían piedras a la carretera.

Pero ella al menos llegó a la ciudad en la mañana del martes 16. A las 3:00 de la tarde de este día, Juan Felipe Guandía seguía en una finca, en Santa Fe de Antioquia, esperando la señal para volver a Medellín, sin riesgo de pegarse en el lodazal de La Aldea.

Sus familiares, que retornaron a la capital de Antioquia a las 11:00 de la mañana de este martes, tardaron 14 horas en su recorrido.

A él le recomendaron tomar la vía de Bolombolo, pero no lo hará porque también le informaron que el río Cauca se desbordó en la zona.

Quiere regresar a Medellín en la tarde de este martes, pero lo ve difícil por los constantes aguaceros que caen en el Occidente.

Con el Cauca en el cuello
Los poderosos aguaceros desbordaron el río Cauca y afectaron a las poblaciones ribereñas. En Caucasia, quizás la más perjudicada, unas 15.000 personas del casco urbano padecen las inundaciones.

El dato lo entrega Daniel Cadavid, presidente de la Asociación de Ganaderos y Agricultores del Bajo Cauca y Alto San Jorge (Asogauca), y agrega que las pérdidas en los cultivos de arroz son “inmensas”.

Además, el ganado lo deben mover a las zonas altas, lo que implica “pérdidas por fletes y bajas de peso. Y lo peor, se espera una creciente mayor en las próximas horas, conocida como ‘barrejobo’”.

El Magdalena, en el patio de las casas
En su visita a Puerto Berrío, Juan Diego Cardona se impresionó con el ascenso del caudal del río Magdalena, al punto de que se asoma al patio de algunas viviendas.

Dice que hay sectores en los que el río le ha ‘comido’ hasta 50 metros a la tierra firme. “Todas las casas que se ubican en la ribera occidental del Magdalena cambiaron los árboles, sembradíos y pastos por el cauce del agua. Uno se puede sentar en el patio de la casa y con los pies jugar entre el  agua dorada de este majestuoso río”.

Afirma que hasta ahora la naturaleza no se ha ensañado con estas tierras. Sin embargo, en el Magdalena Medio también está latente el riesgo de inundaciones y emergencias.

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