Juan Gonzalo dice a secas su nombre, pero descarga su ira al hablar del hombre de la esquina que, junto al poste de la luz, lo esperaba, dos metros antes de llegar a la Institución Educativa San Francisco de Asís en el barrio Obrero de Apartadó, para ofrecerle 50.000 pesos por su voto.
"Tenía el billete debajo de un radio y cuando pasé me dijo que me pagaba si le regalaba su voto", cuenta indignado. Afirma que en sus 66 años de vida jamás le ha incumplido a la democracia. "No faltaba más", repite, "yo vender mi conciencia".
Esta presunta compra de votos no fue la única irregularidad en Urabá. La entrega de propaganda política, incluso frente a las puertas de sitios de votación como el colegio José Joaquín Vélez, fue el hecho más recurrente por los llamados "patinadores" de los candidatos.
Entre las manos, en el bolso o en los bolsillos de los sufragantes, fueron metidas, casi a la fuerza, las tarjetas del Partido Verde, del Partido Liberal y del Partido de la U. "Llévese este papelito para que vote por el que es", dicen los jóvenes, con ese acento entrecortado, cantaíto, propio del Urabá antioqueño.
En Turbo trasladaban a las personas desde los diferentes barrios a los puestos de votación en buses y entregaban volantes que los policías no se cansaron de quitar.
El Defensor del Pueblo, Alexánder Vivas confirmó que hubo presión, incluso armada, para que no votaran por una candidata. "Nosotros nos reunimos y pensamos en medidas para trasladar las mesas, pero el Ejército y la Policía nos garantizaron que no sucedería nada", afirma Vivas.
El comandante de Policía de Urabá, Raúl Riaño, dijo que tal hecho no fue denunciado en la institución y presentó un balance positivo de la jornada electoral, para la cual desplegó 1700 hombres para garantizar el orden público.
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6