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ENTERREMOS A PABLO ESCOBAR

  • ENTERREMOS A PABLO ESCOBAR |
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25 de mayo de 2012
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Otra vez la mafia, el terror, los asesinatos, las bombas, el narcotráfico... serán protagonistas en la televisión con la serie sobre Pablo Escobar . En nombre de "la verdad histórica" y "el no olvidar para que no se repita" hurgarán en las heridas aún sin cicatrizar de una Medellín que sufrió lo indecible y que fue estigmatizada en Colombia y en el resto del mundo.

Algunos medios bogotanos, uno de ellos sin importarle su origen paisa, trataban a nuestra ciudad de "metrallín" o "metrallo" y al alcalde como "alcaloide".

¡Mentira! No se trata de hacer un análisis riguroso para desentrañar causas y efectos, sino de cabalgar sobre un periodo doloroso del país para lograr una audiencia que les deje pingües ganancias. Es un negocio y punto.

Sin duda, el narcotráfico marcó para siempre la historia, no de Medellín, no de Colombia, sino del mundo entero.

No volvimos, no volveremos a ser los mismos después de los carteles de la droga. Sí, el narcotráfico y los mafiosos de todas las latitudes cambiaron el rumbo del planeta.

Será muy difícil que grupos sociales, hombres y mujeres de ambición desbordada, negociantes de todas las calañas y de todos los estratos, no sucumban a la cultura mafiosa de dinero fácil y rápido, sin preocuparles que la mafia encierra intrínsecamente el crimen, la sangre, la extorsión, los chantajes, el terrorismo y la muerte.

¿Acaso el sustrato que alimenta y sostiene a las guerrillas, a los paramilitares, a las bandas criminales, a los corruptos, a los jueces venales, a los periodistas fletados no es el consumo, siembra, producción y comercialización de la droga?

¿Por qué entonces en lugar de revivir el fantasma y los mitos del ayer, no presentar, analizar, denunciar la realidad de hoy y desenmascarar a los que en Colombia y en el mundo sostienen el negocio?

Todavía tenemos problemas en Medellín. Claro. Somos una ciudad inequitativa y desigual. Pero no reconocer la épica recuperación de esta ciudad, que no se arrodilló reverente ante los capos ni el narcotráfico, y hoy es mirada con asombro positivo por los demás países, sería una terrible injusticia. Pero más injusto es mantener en la herida el dedo de la televisión, como para que duela más.

No saldrán en la serie gobernantes, policías, militares, jueces, ciudadanos del común, mayoría por cierto, que con la frente en alto dijeron: no negociamos la dignidad. Esta también es una verdad histórica, más grande que una auténtica catedral. Cuando uno conduce un carro mira ocasionalmente el retrovisor para ver de dónde se viene. Pero mantener la mirada fija en él nos hace chocar.

Recuerdo que unos días después de la muerte de Escobar, el gobernador Juan Gómez , en rueda de prensa, rogó a los periodistas: "no lo mitifiquemos... Enterremos a Pablo Escobar ".

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