Asomado en el mirador de la pequeña casa en la que se albergó con las familias de sus tres hijos, Octavio Borja observa silencioso las cenizas que quedaron de lo que fue su casa. Entre silencios dice que es muy duro acostarse con todo y levantarse sin nada.
Miraba cómo la gente de la comunidad recuperaba lo único de valor que dejaron las llamas de la madrugada del miércoles: el hierro y las latas retorcidas que ahora solo sirven para venderlas como chatarra.
"Eso representa algo de dinero, pero dónde va uno a guardarlo, si apenas tenemos donde meternos nosotros y eso gracias a un hijo que nos ofreció su casa", expresa Borja al tiempo que muestra las dos piezas en las que pasaron la última noche tirados en el piso él, sus tres hijos y esposas y seis nietos.
Además de estos jóvenes, personal del Ejército, la Policía y funcionarios de la Alcaldía de Medellín, trabajaban en la remoción de escombros y en labores de limpieza.
También lo hacían unos 20 jóvenes de la comunidad, a los que les interesa lo que se pueda reciclar. En la parte alta donde está el camino de ingreso al sector iban arrumando lavadoras, neveras, estufas y todo el hierro que encontraban en medio de las cenizas.
"Por esto nos dan cualquier 2.000 pesos", dijo uno de los jóvenes, que ayudado de otros tres cargaba una nevera o, mejor, lo que quedó de ella.
Con los ánimos más calmados que el jueves, la gente no dejaba de comentar que detrás hubo manos criminales.
Según el coronel Adán León Palacios, comandante Operativo de la Policía Metropolitana, con las indagaciones que se han hecho con la comunidad, se avanza en el esclarecimiento de las causas del siniestro.
"Aún no hay una evidencia clara de que haya sido una acción de un grupo delincuencial. Para nadie es desconocido que en estos sectores altos hay unas estructuras en disputa", anotó el coronel.
Mientras en el lugar del incendio las labores de limpieza ocupaban el tiempo de más de un centenar de personas, en el colegio Lola González 34 familias damnificadas eran atendidas por la Alcaldía. Ayer en la noche, el albergue fue levantado y las familias alojadas fueron atendidas por programas de vivienda compartida o autoalbergadas por familiares, vecinos o amigos.
"Estamos muy agradecidos con el Alcalde porque la atención ha sido buena y oportuna", expresó Orlando Zubieta, uno de los damnificados.
Sin embargo no dejan de pensar sobre lo que les depara el futuro y qué opción tomar de lo que ha ofrecido la Alcaldía, como solución temporal.
Margot, otra damnificada, se mostró sorprendida por el despliegue de funcionarios del Municipio. "Han sido muy efectivos, trabajaron hasta tarde atendiéndonos, cansados y con hambre y por eso a las 8:00 de la noche ya teníamos mercadito", comentó Margot, quien no solo perdió su casa y sus enseres, sino también sus máquinas de coser e industriales con las que conseguía sus sustento.
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