La confección de licras para deportistas le demostró a Jair Mejía que, después del fútbol, sí hay futuro y existen otras posibilidades que también generan calidad de vida.
Y aunque extraña el ambiente del fútbol, porque eso de hacer goles, escuchar aplausos y ver mucha gente, emociona. Sin embargo, también resalta que gracias a su pequeño negocio es hoy un profesional.
“Con los ingresos que me ha producido la venta de licras que hago en la casa, distribuyo a 20.000 pesos y me sirven para ayudar a la familia, pude pagar la carrera en el Politécnico Jaime Isaza Cadavid”.
Terminó Profesional en Deporte y, gracias a su pasión por la actividad muscular, se metió al fútbol sala. Reconoce que le costó, pero luego de adaptarse aparece como uno de los goleadores (suma 8) de la Liga Argos de fútbol sala con Talento Dorado que hoy buscará el paso a la semifinal frente al Meta.
Lamenta no haber jugado en el exterior por una lesión de tibia y peroné, pero el paso por Envigado, Itagüí y Rionegro le sirvió para capacitarse. Su nueva meta es estudiar Gerencia Administrativa.
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