Seguro que alguna vez le ha tocado hablar con alguien que no es capaz de dejar los párpados quietos, que mueve la cabeza sin razón aparente o que hace tronar las coyunturas de los dedos sin parar.
No, no se trata de malas costumbres o de vicios de infancia, sino de tics, movimientos repetitivos e involuntarios, que no se pueden controlar.
Unos años atrás estos eran considerados problemas netamente psicológicos, pero hoy se sabe que hay todo un entramado neurológico que acompaña esta situación.
"Aún así, pueden ser considerados como manierismo o vicios, pero siempre tienen en cierta medida, un trasfondo biológico", anota el neurólogo Luis Alfredo Villa.
Claro, el psicoanálisis les encuentra otras razones que incluyen, entre otras, situaciones edípicas.
Villa señala, sin embargo, que están muy relacionados con las conductas obsesivas y repetitivas.
Y anota que pueden ser intermitentes y que dependen de los sistemas químicos cerebrales, como la dopamina.
Ésta puede ser alterada por algunos productos cotidianos, como el café o el té. A los pacientes con tics se les recomienda, por eso, reducir el consumo de tinto. En cambio hay otro que ayuda a controlarlos: el vino tinto.
Los comunes
En tics hay para todos los gustos. En la cara, las manos, las piernas, el cuello...
Incluso hay algunos que incluyen sonidos y otros que pueden nacer de la costumbre, como acariciarse la cumbamba o arrancarse pelos de la cabeza.
Pero el más común se presenta en la cara, especialmente en los ojos: se trata del parpadeo continuo.
"Por excelencia aparecen más en la edad escolar, bajo la presión que genera el estudio o los compañeros", indica el neurólogo.
Agrega que suelen disminuirse en la adultez, pero que en la senectud pueden aparecer nuevos. Además, situaciones de estrés o ansiedad los aumentan.
"Los núcleos de la base, ubicados en el cerebro, tienen circuitos de representación motora. Es decir, están conectados con las áreas del movimiento. Los nervios, la ansiedad, generan una mayor actividad cerebral, por ende, más tics", dice el experto.
Y, contrario a lo que puede pensarse, sí se tratan. Hay medicamentos que ayudan a controlarlos.
Para ello, explica el especialista, se prescriben medicamentos que inhiben la actividad de la dopamina.
Advierte, también, que hay fármacos que pueden ocasionarlos, entre ellos algunos usados para el control de la hiperactividad.
"Por eso es importante que los pacientes con hiperactividad sean evaluados por un neurólogo", aconseja.
Cuando se complican
Existe una enfermedad caracterizada por la constante presencia de tics. Se llama Síndrome de Tourette.
En ésta, además, se presentan dos fenómenos bien particulares: la coprolalia, que es la constante expresión de groserías y la ecolalia, que hace a la persona repetir todo lo que escucha.
"También está asociado con actos grotescos, como escupir permanentemente" anota Villa.
Ese tipo de casos requieren de un tratamiento especial multidisciplinario.
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