El fallecimiento de Whitney Houston, ocurrido el pasado sábado, se convierte en un nuevo campanazo que advierte sobre los efectos catastróficos a los que puede llevar la mala utilización de medicamentos, especialmente cuando estos se mezclan con drogas y alcohol.
Si bien los forenses estadounidenses tardarán de seis a ocho semanas en dar a conocer los pormenores de la muerte de la diva, los elementos que han salido a la luz pública permiten inferir que la cantante falleció como consecuencia de un coctel de alcohol y Xanax.
Este medicamento hace parte del grupo de las benzodiazepinas y se usa para controlar la ansiedad y la depresión aguda.
Algunos de los sedantes de este tipo que se pueden encontrar en el mercado colombiano son el Rivotril, el Valium, el Lexotán, el Ativan y el Somese.
Prescritos adecuadamente, estos fármacos pueden resultar útiles para el control de la epilepsia y hasta la esquizofrenia. Combinados con el alcohol, pueden provocar paros cardiorrespiratorios como el que muy seguramente acabó con la vida de Houston.
Además, advierte el toxicólogo Hugo Gallego, una mala utilización de estos medicamentos puede conducir a la dependencia y a cuadros severos de intoxicación.
Los antidepresivos tricíclicos y somníferos como el Zolpidem hacen parte de los medicamentos que requieren especial precaución.
"Estamos teniendo adicciones importantes al Zolpidem y si se mezcla con otros medicamentos o con licor, puede tornarse muy peligroso, añade Gallego, quien advierte también un gran peligro en la automedicación de este tipo de píldoras.
Según TMZ.com, portal especializado en información sobre celebridades, en la habitación de Houston la Policía encontró media docena de tarros con pastillas, incluido el medicamento Xanax, mas no se encontraron sustancias ilegales.
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