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Esfuerzos deben ser por partida doble

16 de septiembre de 2009
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La violencia en los colegios ya cruzó la línea de las peleas de muchachos alentados por sus grupos de amigos en la puerta de las instituciones.

Ahora ha tomado formas tan graves como las amenazas anónimas a profesores y los homicidios a estudiantes.

Como la escuela está inserta en la sociedad, sus conflictos terminan reflejándose en el escenario escolar.

Si la conflictividad desarrollada dentro de los colegios, según Isabel Puerta, "no es gestionada de manera oportuna y eficaz, termina escalando en violencia".

Puerta, docente de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la U. de A., lidera el proyecto 'El juego de la democracia', una política de convivencia en las instituciones cuyo fundamento es el diálogo.

Los límites del respeto y del reconocimiento del otro, según la docente, se van desdibujando un poco con hechos sencillos como los apodos.

A este tipo de situaciones se les suman ejemplos como el que expone la sicóloga Natalia Cárdenas, cuando los padres alientan a sus hijos a responder con la misma moneda o a no dejársela montar, con la excusa de la defensa de sus derechos.

Pero los padres no siempre están ahí. Para la docente de la U. de A., la composición de la familia ha cambiado bastante y muchos niños sufren de soledad y abandono por parte de sus padres.

Las complejas situaciones por las que atraviesa la sociedad, incluida la pobreza, recaen en la escuela que, según la docente, es la primera receptora de las dificultades.

"Es paradójico que los padres sean una figura ausente por el afán de conseguir dinero para el bienestar de sus hijos", agrega Isabel.

Las nuevas formas de estructuración en el núcleo familiar son entonces el detonante de los conflictos entre los jóvenes.

"La familia tradicional de antes se perdió, ahora hay disfunción y los chicos deben presenciar insultos y peleas de sus padres", explica la sicóloga Cárdenas.

La opinión de ambas la comparte el rector de la institución Benjamín Herrera, Óscar Henao Mejía, para quien la escuela no alcanza a suplir esa deficiencia del núcleo familiar.

Los padres solos tampoco pueden. "¿Qué se gana un niño con tener un papá pendiente, si los compañeros del colegio lo acosan y no hay un maestro que lo apoye?", se pregunta Cárdenas.

Para dar una mejor respuesta a la situación, el trabajo como el desarrollado por el Juego de la democracia debe traducirse en alianzas con instituciones y sectores con objetivos semejantes.

El trabajo en red debe incluir además esfuerzos del Estado, contando con la Policía en casos de presiones por parte de grupos en los barrios, destaca la sicóloga.

Que los jóvenes no terminen involucrados de manera voluntaria con grupos dedicados a la delincuencia, depende también del interés de estos por seguir en el colegio.

La escuela y los padres deben motivarlos a permanecer en el sistema escolar.

"El niño puede ser muy buen deportista, pero si se le deja abandonado y nadie se da cuenta de esas habilidades termina cogiendo otras direcciones", concluye Isabel.

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