El rey francés, Luis XIV, tenía una obsesión exagerada por la estética y el arte. Le interesaba que todo se viera bien. Para que el río Sena luciera mejor compró cisnes para decorar sus aguas a mediados de 1676. La claridad sobre lo que quería era absoluta: que París fuera sinónimo de glamour en cada rincón y por eso se apersonó del embellecimiento de la ciudad luz, ¡y lo logró!
El monarca, con su gusto por la ostentación y el lujo, como marca diferenciadora, facilitó la germinación de profesiones que se dedicaban al embellecimiento y a la buena vida, como la cocina, el diseño y la peluquería.
La indumentaria, entonces, era la posibilidad de que cada quien se expresara.
Por Santander empezó nuestro camino siglos más tarde. El consumo de telas allí era escaso y no funcionó, por Barranquilla y las ciudades costeras pero tampoco dio frutos porque sus atuendos no hacían necesaria una industria textil.
Pero la mala racha terminó cuando esa idea arribó a Antioquia, un departamento que tenía dificultades para el nacimiento de las fibras largas, por este motivo debían ser compradas a la costa. El sistema de transporte también era complicado porque la geografía paisa es agreste y no se tenía un sistema de transporte óptimo. Y así y todo, con esos obstáculos, los antioqueños se las ingeniaron, por medio de la riqueza hídrica de la zona y de la pujanza de la gente, para dar nacimiento a una industria.
En 1850 la gente estaba pendiente de todos los pasos de sus vecinos, en el pueblo paisa no había anonimato, así que la ropa era una manera de sobresalir y de hacerse notar dentro de la comunidad. A comienzos del siglo XX, la mayoría de las amas de casa antioqueñas heredaron máquinas de coser marca Singer para vestir a sus familias.
Ese fue el primer paso para que las mujeres tuvieran un papel protagónico en el panorama nacional y empezaron a aparecer como operarias en empresas hiladoras. Hasta ese momento, la obtención de telas era masiva, pero los diseños exclusivos y de buena calidad podían ser obtenidos solo por una pequeña porción de la población, pero esto se acabó cuando, en 1910, Clementina Trujillo fundó la empresa Camisas La Primavera, logrando ser la organización más grande del país en esa época, con 600 personas en nómina y 450 máquinas de coser.
Con ella se masificaron las camisas de algodón masculinas, que se convirtieron en el uniforme del hombre colombiano, según cuenta Lila Ochoa, directora de la revista Fucsia, en su libro Colombia es Moda.
Ellos marcaron la historia
Toby Setton nació en Cartagena, su padre era egipcio y su madre, francesa. Él no estudió diseño pero sí artes liberales, esas que le ayudaron a entender porqué la moda era el lenguaje de una sociedad que no necesitaba muchas palabras para expresarse.
Quiso dedicarse a la moda pero su única experiencia se limitaba a que trabajó una temporada en Nueva York en un almacén por departamentos. Era buen dibujante y creaba ideas femeninas con líneas simples. A él se le adjudican los pantalones para las mujeres, fue quien introdujo en el mercado esta prenda que en el país, como en el mundo, era netamente masculina. Su trabajo fue arduo. Tuvo almacenes en varias ciudades del país, pero los resultados financieros llevaron al cierre de las sucursales de su negocio de ropa, Jackson’s Fashions. En 2000, murió de cáncer, y le dejó al país lecciones de emprendimiento y estilo.
Para el consultor de moda, Julián Posada, este personaje es clave para el desarrollo textil porque “fue el primero que convirtió esto en una profesión: tuvo tiendas, trabajó para otros, tuvo marca propia y poseía una visión del negocio absolutamente universal”.
Esta opinión la comparte Pilar Castaño. “Toby fue el Zara colombiano en el sentido que él democratizó la moda. Empezó a coser por tallaje en Barranquilla y hacía prendas alucinantes”.
Varias de las prendas de Gloria Valencia de Castaño eran diseñadas por Toby, así que su amistad trascendió las fronteras de la moda. Ambos se convirtieron en estándares importantes de este negocio en el país. Ella era un referente para las mujeres que siempre querían verse bellas, tal y como lo dice su hija Pilar. “Esto lo logró la televisión. La gente la veía a ella en El precio es correcto y Naturalia, querían tener sus peinados y vestidos. Eran figuras aspiracionales y eso cada vez sucede más. Ahora las niñas quieren parecerse a las Gossip Girls o a las protagonistas de Sex and the city, esto ha facilitado la masificación de la moda”.
Además, Gloria le dio importancia al modelaje en Colombia y fue la primera que llevó las artesanías del país al exterior.
Estos personajes fueron los que iniciaron el auge textil en el país en temas de tendencias y confección, pero Inexmoda fue el ente que institucionalizó la teoría.
En 1980, cuando el país se estableció como principal productor de algodón, se empezó a hablar de la necesidad de crear una organización que agrupara aquellas empresas cuya razón social era la moda, que investigara los temas de tendencias y analizara el mercado.
Así se dio paso a Inexmoda y con esa institución aparece en el panorama Alicia Mejía, quien en 1978 organizaba almuerzos a los que les ponía el nombre de El menú de la moda. En ellos se reunía con gente de la sociedad antioqueña para mostrarles bufandas, carteras y zapatos. Los asistentes tenían la oportunidad de adquirir los productos.
La globalización y el interés por la moda, revelan a diseñadores educados en París, Milán y Nueva York, que se fijan en Medellín para mostrar sus productos.
Amelia Toro, que se educó en Parsons School of Design en la gran manzana es, para Lila Ochoa, la diseñadora con mejor formación en el país. “Ella es la que sabe que la moda es un negocio, un arte utilitario. Ella no está esperando que su ropa la cuelguen en un museo, sino que se la pongan”.
En el panorama de Colombiamoda también aparecieron otros nombres que han hecho historia y que se han mantenido en el tiempo.
Este es el caso de Olga Piedrahíta, una de las pioneras de la moda en la feria. Ella se inició en el diseño a finales de los 70 y su ADN se basa en la unión de texturas y la degradación del color por medio de teñidos, las siluetas irregulares y las colecciones Prêt-à-porter, (listas para usar).
“Olga es una diseñadora intuitiva, es una artista impresionante. Ella le pone a la moda arte y su trabajo ha tenido una salida importante al exterior”, señala Lila, quien en su libro Colombia es moda, referencia a María Luisa Ortiz como otro de los nombres importantes del negocio.
“María Luisa es la única diseñadora que estudió alta costura en París. Ella le está dando la vuelta a sus diseños y los ha masificado”.
Y desde la costa han surgido nombres valiosos como Beatriz Camacho y Silvia Tcherassi, quien ha llevado sus diseños a Milán y París, y es una de las pocas diseñadoras que ha hecho una carrera consistente en el exterior. Su tienda en Miami es una de las favoritas de las socialités latinoamericanas, a la hora de elegir su traje de novia, un vestido para una fiesta o un accesorio para el día a día.
Pilar Castaño menciona a Julia De Rodríguez, la dama del cuero en Colombia, Marlene Hoffman, la primera en utilizar la manta wayúu para diseños exclusivos y a Mario Hernández con su exquisito trabajo de marroquinería.
Nombres que han construido el legado de la moda colombiana, moda que se muestra al exterior y una moda para la que cada día es más importante el apoyo del Estado, que la debe asumir como una industria.
Alicia Mejía
Fue la mujer que le dio apertura y conocimiento a la feria de Colombiamoda. Ella se encargó de hacer de este evento algo de talla internacional. Comenzó organizando una pequeña reunión en un restaurante de Medellín para personas de la alta sociedad y en 1983 ella montó el primer desfile de grandes dimensiones, uno con capacidad para 3.500 personas que se llamó Moda Sábila.
Amelia Toro
Esta diseñadora fue parte del nacimiento de Colombiamoda y Colombiatex. Para Lila Ochoa, directora de la revista Fucsia, esta es la experta más educada del país pues a parte de iniciar sus estudios en Nueva York, también viajó a India para empaparse de las tendencias internacionales e imponerlas en el país en los 80.
GLoria Valencia de Castaño
La primera dama de la televisión en Colombia fue uno de los referentes iniciales que tuvieron las mujeres para vestirse y arreglarse. Evidentemente la televisión ayudó en ese proceso, pero también la elegancia y sofisticación de esta mujer que es recordada por programas como Naturalia y Esta noche sí. Gloria luchó por hacer del modelaje un oficio digno, que fuera reconocido dentro de la industria de la moda.
Toby Setton
Es considerado como el papá de la moda en el país porque instauró la idea de hacer prendas para las masas. En una época en la que todas las mujeres debían usar faldas porque eran sinónimo de belleza y delicadeza, Toby presentó el pantalón femenino con apliques y detalles que hicieran sentir a las chicas que podían conquistar el mundo con unos vaqueros bien llevados. Su última musa fue la actriz María Cecilia Botero. Toby falleció en el año 2000.
Lina Cantillo
Cuando tenía 10 años, Lina se fue a estudiar a Nueva York y se enamoró de la moda en esa ciudad. Es reconocida en el país por darle vida a las prendas masculinas glamorosa y colorida. “¿Quién dijo que los hombres tienen que ser aburridos?” Expresó la diseñadora en el pasado Colombiamoda, feria que le ha ayudado a posicionarse como la creadora de ropa para hombres más importante del país.
Olga Piedrahita
A partir de la unión de texturas, Olga representa a una mujer segura de sí misma que se le mide a usar artículos artesanales y mezclarlos a la perfección con un atuendo formal. La diseñadora fue una de las primeras en darle importancia a las obras de los indígenas, incluso cuando la moda de emplear las manualidades en las prendas había pasado. Ella por el contrario, conserva esas raíces en sus prendas.