Conversación escuchada sin querer queriendo. Ella tiene 18 años y charlaba con un amigo. La noche anterior estuvieron de farra en discoteca. El novio le pidió a ella que hicieran el amor. Ella se negó. El novio se puso furioso y la dejó por boba, retrasada, traumatizada, anticuada, fanática, ilusa, nerd, estúpida.
Ella lo lamenta y llora, lo quería de verdad. Muchos le han pedido ir a la cama, es lo que casi todos hacen. Pero ella no ha querido.
No puede aceptar que lo primero que los hombres vean en ella sea el sexo. Eso le da rabia. Le encantan los muchachos con los que se puede hablar largas horas sobre temas trascendentes e intrascendentes. Le encantan actividades en las que no se involucra el sexo. Bebe muy moderadamente, para ella un hombre alicorado es una bestia y una mujer, una vergüenza.
Cree que el sexo es bello, es bellísimo. Pero considera que para llegar a una relación sexual debe existir previamente un proceso que es lento. Una relación de amistad, de confianza, de conocimiento mutuo, de entrega de los espíritus, de respeto por la otra persona en lo que es y lo que desea. El sexo lo considera un resultado de una relación madura y muy bella, que requiere tiempo. Mientras ella habla, él la contempla embelesado, como atolondrado. Ella le pregunta a su amigo que de verdad qué creen los hombre de una amiga que no lo da, que si la creen tarada y desactualizada. Él contesta que en el fondo la admiran, es más, los que quieren acostarse con las amigas desearían que la que va a ser su esposa fuera virgen o al menos con la madurez que ella manifiesta. Entre ellos hablan de las zorras, se pasan el dato. Mientras yo escuchaba la conversación sentí como un placer de saber que había gente joven que pensaba, que tenía valores, que era capaz de luchar por la dignidad de ellas, de los seres humanos.
Es más, por esta conversación me di cuenta que hay gente que puede disfrutar plenamente el sexo y que son vírgenes porque sus corazones y sus mentes lo son, no porque no hayan hecho maromas en la cama o el carro estudiantil sino porque son responsables, le dan sentido a lo que hacen y desarrollan sus personalidades y sus relaciones.
Amar es definitivamente un acto supremo que implica seriedad, entrega, desinterés, abandono, sacrificio, responsabilidad, alegría, sexo.
Cuando ellos se levantaron de la mesa en la que encontraban conversando y pasaron por mi lado, no pude evitar darle a ella un beso y a él estrecharle la mano. No supieron qué pasaba conmigo, pero yo estaba realmente emocionado. Sólo alcancé a disimular un poco y les grité: ¡Cuándo van a dejar de fumar!
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