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FARC: MÁS VERBOS Y MENOS ADJETIVOS

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26 de octubre de 2013
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Cualquiera que se dedica a escribir con el interés de compartir sus reflexiones e historias sabe que la prosa gana fuerza entre más sustantivos y verbos emplea. Exagerar el uso de adjetivos revela la ausencia de detalles, de hechos concretos, de argumentos, de información y de sustancia. Los primeros permiten agregar tensión y trazar meridianos a la narración, los segundos son un bastón cuando el texto cojea y camina en zigzag.

El sustantivo es un hilo conductor amarrado a personas, animales o cosas que se identifican y materializan. El verbo permite acción, movimiento, desarrollo, avance, fluidez, agilidad. Muy temprano, por allá en 1995, en un taller de reportajes de Gabriel García Márquez, aprendí que, antes de poner un adjetivo en sus textos, él tardaba días o incluso semanas consultando diccionarios. Cada palabra en sus novelas, cuentos y reportajes es una pieza de relojería elegida y ensamblada con la paciencia de un artesano.

Después, el periodista Javier Darío Restrepo me compartió otro trago de saber sobre el asunto: "un adjetivo es pertinente si agrega información valiosa. Pero sobra cuando se emplea en retórica estéril, vana".

Hace años noto este problema en las cartas y discursos de las Farc. Hay exceso de adjetivos y defecto de sustantivos y verbos. Mucho tejido adiposo y poca fibra muscular. Bastante grasa y cero proteína. Retórica y redundancia. Su relato, su visión de la realidad colombiana, se pierde en el follaje de la selva desde donde ellas nos acechan. Es como un grillete hecho en alguna cerrajería clandestina de La Macarena, que las ancla y las hunde en los barriales que el resto del país quiere abandonar o que no desea transitar.

El lenguaje de las Farc no conecta con la Colombia de estos tiempos. Y aunque muchos problemas son los de toda la vida (latifundio, desempleo, corrupción, sectarismos, monopolios, ineficiencia, mafias), el mensaje de la guerrilla carece de una composición que lo vuelva actual, ameno, certero, atractivo.

¿Será por eso que a las Farc les cuesta tanto aterrizar, precisar, avanzar, crear, proponer, acordar, negociar? ¿Por eso divagan, eluden, dañan, ocultan, maquinan, presuponen, dilatan?

Para la muestra, una selección de las cartas y discursos de las Farc, el último año, en desarrollo del diálogo en La Habana: "demonio de destrucción socio-ambiental, familias engominadas, sectores minoritarios, humildes colombianos, odiosas distinciones de clase, privilegios perversos, cerrado régimen bipartidista, brutal redistribución de la tierra, capitalismo salvaje, oligarquía gobernante, intereses de los amos, clases dominantes, retenciones con fines financieros (léase secuestros)".

Una guerrilla que camina el país de punta a punta debería tener relatos y análisis con más sustantivos y verbos. Con sustancia y revelación de los problemas y las soluciones. Retomo una frase de Timochenko a Santos: "tanta retórica hace daño"

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