Después de un duro día de trabajo recorriendo las calles de Medellín en busca de reciclaje, María Helena García Bedoya y Luis Gonzaga López se acostaron temprano sin saber que a las diez de la noche les cambiarían el sueño por una pesadilla.
María Helena convenció a su esposo para que bajara a abrirle al "cansón" de Héctor, su hijo mayor, qué era el único que podía llegar a esa hora a "tocar tan duro", pero cuando Luis medio dormido abrió la puerta se encontró con un grupo de encapuchados y una bolsa negra.
Los extraños llegaron a pedirle al señor de la casa que les guardara la bolsa. Luís atemorizado miró lo que tenía adentro. Cuando vio las armas se asustó tanto que solo se le ocurrió enseñarles sus manos maltratadas por causa del trabajo y decirles que era un hombre honrado y que no quería meterse en problemas.
Aún no sabe qué banda fue la que lo presionó, pero recuerda muy bien que tuvo, junto a su familia, que marcharse con lo que tenía puesto. Ellos, en menos de media hora, se sumaron a la lista de víctimas por el desplazamiento forzado que vive Medellín.
"Fue muy triste tener que dejar el ranchito, allá en Santo Domingo La Torre, porque aunque era en madera lo habíamos construido con mucho amor y sacrificio", dice María Helena con la mirada perdida en el recuerdo.
Sin embargo, la tragedia apenas comenzaba y el desplazamiento nuevamente tocó a sus puertas. Esta vez trajo consigo un infortunio mayor.
Germán Darío Aguirre García, había salido del Ejercito hacía tres meses y se encontró con una vida que no pidió, la de desplazado.
El hijo menor de María Helena, fruto de su primer matrimonio, llegó a Belencito Corazón para tratar de rehacer su vida, pero los combos que operaban en el sector se interesaron en reclutarlo. Él, pensando en el problema cardiaco que aquejaba a su madre desde hacía varios años, prefirió rechazar la oferta.
Eran las seis de la tarde y Germán contemplaba a su bebe en brazos cuando desconocidos entraron a su casa y lo abalearon.
María Helena aún no sabe si por casualidad o por respeto no mataron a su nieto de tan solo 22 meses. No duda ni un segundo en haber cambiado su vida por la de su hijo, pero lo único que pudo hacer fue salir huyendo una vez más.
Luego de cuatro meses de vivir la pérdida de un hijo, y después de un año de ser obligados a dejar su casa, los esposos Gonzaga García pueden volver a soñar con tener una vivienda propia. El alcalde Alonso Salazar les entregó un subsidio de 3.605.000 pesos que piensan invertir una vivienda para reconstruir sus vidas en el occidente de la ciudad.
Claro que esa no fue la única alegría que tuvieron esta semana. "De una de las casas por dónde reciclamos nos regalaron un televisor a color", dice María Helena, quién, a diferencia de su esposo, no se avergüenza de dedicarse al reciclaje.
Los Gonzaga García, son una de las 56 familias favorecidas con el subsidio de vivienda. Cerca de 200 millones de pesos fueron invertidos para la reparación de estas víctimas del desplazamiento intraurbano.
Ahora están muy agradecidos por el apoyo sicológico y económico recibido de la Alcaldía de Medellín y la Comisión Nacional de Reparación y Restitución (CNRR). Inician una nueva vida.
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