Yo no vengo a decir un discurso, el nuevo libro de Gabriel García Márquez que salió a la venta este viernes, es la reunión de los pocos textos leídos en foros públicos por el laureado Nobel colombiano y un vistazo a sus convicciones más profundas.
Su pasión por la literatura, el periodismo y la política, así como su aversión a hablar ante grupos de personas, se reflejan en los textos pronunciados en países como Colombia, Venezuela, Cuba o Suecia.
La obra
La recopilación inicia en el 1944 cuando García Márquez aún no sabía que se convertiría en escritor y habló en el acto de graduación de la clase anterior a la suya, en el Liceo Nacional de Varones de Zipaquirá.
También se incluye los discursos al aceptar en 1972 el Premio Rómulo Gallegos en Venezuela y, por supuesto, el que pronunció en 1982 al aceptar el Nobel de Literatura en Suecia.
Cristóbal Pera, editor de la publicación, dijo que el mismo García Márquez estuvo releyendo los textos y se dio cuenta de cuánto había evolucionado como escritor y de que una recopilación tenía sentido y complementaba sus obras de ficción.
"Ha sido para mí un privilegio como escritor este proyecto que llevó un año y medio más o menos, desde que se recuperaron los discursos", indicó Pera durante la presentación del texto en México.
"Este libro tiene un sentido especial... está la voz de García Márquez en este libro. Son textos escritos para ser leídos y el propio García Márquez vio el sentido, casi el rechazo a este género de la oratoria y hace la broma, porque tiene mucho sentido del humor que por cierto no quería subirse al estrado", agregó.
En uno de los textos el autor reclama a Europa por juzgar a América Latina con sus propios esquemas sin tener en cuenta que ellos forjaron el destino de esta parte del mundo. Al mismo tiempo pide una utopía "arrasadora... donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra".
En otro se mofa de lo que escriben de él los periódicos, como cuando en 1992, previo a la inauguración de un cine, leyó en un diario que no estuvo en el lugar.
Además cuenta cómo se convirtió en escritor "por la fuerza".
"Resolví escribir un cuento, nomás por taparle la boca a Eduardo Zalamea Borda", quien decía que las nuevas generaciones de escritores no ofrecían nada.
"El oficio de escritor es tal vez el único que se hace más difícil a medida que más se práctica", confiesa García Márquez.
La portada colorida, con el dibujo de un loro, tiene también un significado especial, según Pera.
"En la portada original, la propuesta era muy parecida pero había un colibrí en medio. Él y su hijo Gonzalo propusieron que fuera un pájaro más latinoamericano, aunque el colibrí resultó que es muy muy mexicano", relató el editor. "Al final se usó en la portada un loro y es también muy interesante porque... siempre tuvo loros desde niño en Aracataca. El cuenta que casi casi aprendió a hablar con los loros".