El mundo de Oriente y sus particulares relaciones con Occidente, cada vez más cercanas, no son ajenas para el escritor Santiago Gamboa.
Así lo demuestra con su nueva novela Hotel Pekín, una novela breve, un estilo que desde hace algunos años quería probar, pero no había tenido la historia indicada para hacerlo.
"La novela breve es uno de mis amores como lector, que son casi un género, que desarrolla una idea muy sencilla y contada con gran sinceridad, sin grandes tramas, presentado de manera directa, con pocos personajes que se remiten al pasado y los personajes se la van contando. Es como un concierto de piano, un solo instrumento, sin una orquesta gigante, pero eso no significa que no pueda llegar a ser impactante y emotivo", comenta Gamboa.
Para hacer Hotel Pekín, volvió a novelas breves diferentes: Desayuno en Tiffany de Truman Capote, Hotel Savoy de Josef Roth y 24 horas en la vida de la mujer de Stefan Zweig, sólo por nombrar algunos.
"Es una novela distinta a las otras que he escrito, porque no es la acción que le va dando camino a la novela, son los diálogos que se suscitan en ella (...) Lo que realmente pasa se desarrolla en los diálogos, en la cabeza y los recuerdos de los personajes".
Hotel Pekín, desarrolla una idea que Gamboa ya había usado en un cuento llamado Muy cerca del mar te escribo, donde la historia tiene como escenario Argelia.
"Me valí de la arquitectura de este cuento para realizar esta novela. Es algo que suelo hacer, como en El síndrome de Ulises, donde desarrollo la idea de un cuento de mi libro El cerco de Bogotá. Es mi mundo literario y lo que voy necesitando lo voy sacando de ideas que he realizado pero no he desarrollado totalmente".
El mundo del inmigrante
En Hotel Pekín aparece un colombiano motivador laboral, radicado en Estados Unidos, que originalmente se llamaba Francisco, pero se cambió el nombre por Frankpara ocultar su origen. Según Gamboa, es un mecanismo de protección.
"Lo he visto en la clase alta, que lo hace por acomplejada, y en aquellos de clase media o de inmigración económica, que lo hacen por defenderse o para no perder el trabajo".
El autor presenta un personaje patético, que vive atemorizado al querer ganar más pero sin arriesgar lo poco que tiene, que logra destacarse en Estados Unidos y ahora, con orgullo, espera cambiarle la vida a los orientales con su marketing.
Gamboa no oculta el encanto y la fascinación que le produce hablar de China, en especial de Pekín, ciudad que conoce bien.
"Pekín pasó de ser un pueblo boyacense gigantesco en medio del paisaje asiático para convertirse en la capital mundial del siglo XXI".
Desde el lado de Oriente, se presenta el choque de generaciones entre las familias chinas. Millonarios que siguen con la filosofía de austeridad impuesta por el régimen décadas atrás, con hijos que están abiertos al consumismo.
"La mayoría, pese a las modernas ciudades, siguen teniendo una cultura rural, que sólo está cambiando con las recientes generaciones".
Son varios mundos los que chocan entre sí en las páginas de Hotel Pekín, novela que invita al lector a una lectura vertiginosa, como un acercamiento a un Lejano Oriente que cada vez está más cerca.
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