"Una tibia mojigatería no apoyada por la fuerza es tan maligna y aún más nociva que la fuerza alejada de la justicia". Theodore Roosevelt.
El prestigioso profesor de Harvard, Joseph Nye, hizo famoso el término "Poder Blando" desde la década de los años 80, refiriéndose a una forma de ejercer el poder sobre otros por medio de la diplomacia, la cultura, la historia, y hasta la admiración de los demás; en contraposición al "Poder Duro", basado principalmente en el uso de la fuerza militar y hasta de las herramientas económicas.
Nye, muy allegado, o utilizado especialmente en las campañas electorales, a los demócratas en EE. UU., "redescubría" lo que el presidente Theodore Roosevelt, republicano él, ya había comprendido casi un siglo antes, proponiendo el concepto de "Poder Inteligente", como el uso apropiado de la mezcla de lo duro y lo blando.
Pero algunas veces los políticos, más que comprender las ideas, las manosean en busca de votos. El actual Secretario de Estado John Kerry, que fracasó en su primer intento por la presidencia en 2004, y que sin hacerlo oficial ya inició su campaña presidencial al 2016, criticó a Bush hijo por el deterioro del poder blando de EE. UU. a causa de la obsesión republicana por el uso del poder duro. Luego, en 2008, la fórmula se repetiría con Obama, acusando a los republicanos de su vicio por el uso de la fuerza y por un unilateralismo pretencioso que nunca pedía permiso a las instituciones internacionales y que decidía irse a la guerra sin acompañarse de sus supuestos aliados. En su campaña en busca de votos, su propuesta fue cambiar el libreto y privilegiar el uso del poder blando y hablar y negociar "con todos".
Pero una vez en el gobierno, empezó a dar señales que tal preferencia no era tan profunda. Dejó a Hillary que anunciara el uso de la diplomacia y del poder "inteligente", y empezó a hacerse evidente que una cosa son las promesas de las campañas, y otra la realidad cuando se debe gobernar. El cierre de la prisión en Guantánamo está más embolatado que el supuesto "proceso de paz" de Santos, y los números telefónicos para hablar con Corea del Norte, Irán y Venezuela están bloqueados en el teléfono de la oficina oval.
Más recientemente, el adalid del poder blando resultó más duro que los republicanos que le precedieron: el uso no muy ortodoxo de drones en operaciones en Afganistán, Pakistán o Yemen; los escándalos por la divulgación de los programas de vigilancia, para no decir espionaje, tanto a otros países como a sus propios ciudadanos, como lo ocurrido en los casos de Assange y Snowden; y ahora estamos a pocos días de ser testigos de la lluvia de Tomhawk sobre Siria, tal vez sin la ayuda de sus aliados, o sin el permiso de Naciones Unidas, al mejor estilo Bush.
La supuesta condena en los discursos al poder duro, pero el uso real y silencioso del mismo en la realidad, tal vez va a provocar un daño igual o mayor al poder blando de EE. UU. que los que Obama le criticó a sus antecesores.
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