La vida de Miguel Robles-Durán podría ser la de un millonario. A sus 25 años, cuando construyó su primer edificio, ganó el Premio de honor de Arquitectos. "Fue una cosa loca. Hicieron muchas publicaciones, me empezó a ir muy bien y abrí mi propia oficina. Pero todo cambio. Ya no soy arquitecto", confiesa.
El último proyecto fue uno enorme, de una urbanización, en el que se metió con unos desarrolladores privados. "Eran especuladores y yo no entendía todavía bien esa relación, estaba muy joven. Pero pronto me di cuenta de sus intereses en el desarrollo de ciudad. Ellos solo querían intereses", recuerda Miguel.
Comprendió entonces que no podía trabajar con personas que no tenían responsabilidad ética.
Otra cosa que aprendió es que si quería desarrollar proyectos con envergadura social y responsabilidad ética fuerte no podía depender de una estructura de oficina. "Necesitaba buscar algo que me permitiera trabajar en lo que yo quería. Tomé la decisión de encontrar otra manera de sostenerme y que la práctica profesional tuviera como base los méritos de aquello que queríamos hacer".
La academia fue la solución a la seguridad económica que le ha permitido desarrollar los múltiples proyectos de urbanismo transdisciplinarios, para fomentar el cambio en la academia, donde se les enseña a los estudiantes a ver mucho más allá.
Afirma que la sensibilidad se debe construir. "Desde que nacemos estamos tan alienados frente a todo, desde la ropa hasta la comida. Nos acostumbran a ver lo que está enfrente y nada más. Pero existe un proceso mucho más intenso y complejo frente a todo lo que tenemos".
Para Miguel, la ciudad es un espejo, una máscara en contra de nuestra conciencia. "Cuando vemos un edificio bonito, vemos eso, un edificio bonito pero no sabemos si allí murieron trabajadores, si les pagaban o no, si se robaron la tierra, si hubo corrupción. Estamos muy acostumbrados solo a ver superficies. Tenemos que dejar de pensar lógicamente y empezar a pensar relaciones".
De ahí la importancia de evitar trabajar solo una disciplina, de una estructura de prácticas interdisciplinarias y de trabajar pensando siempre, primero, en la gente, concluyó.
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