El Grupo Nule, Saludcoop y los hermanos Moreno, son tres casos más que se unirán a la larga historia de corrupción en nuestro país. Tanto es así, que el escándalo que hoy nos mantiene atentos, remitirá en unos días, cuando se condene a los responsables. No todos los culpables estarán en la cárcel y con seguridad recibirán beneficios absurdos por entregar sus bienes y acusar a otros colaboradores, pero al final, la justicia llegará. Y todo estará tranquilo hasta que reviente el próximo escándalo, la siguiente contratación amañada, otro cobro de sobornos, y un nuevo robo a las arcas nacionales.
La corrupción no es un fenómeno aislado en Colombia. Pasa todos los días y en todos los espacios. El fortalecimiento de la legislación, el apoyo de los medios de comunicación y el control ciudadano, son fundamentales para enfrentar este problema, pero algunos buenos ejemplos del exterior pueden darnos ideas sobre medidas creativas que combatan la corrupción.
Según el Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional (TI), los países latinoamericanos, africanos y asiáticos promedian 3 puntos (donde 10 es el mejor puntaje), con contadas excepciones. Al mismo tiempo, TI nos da un buen ejemplo de iniciativas no convencionales para promover el respeto por las reglas de juego.
Así, otorga cada año el Integrity Award , un reconocimiento a los esfuerzos de actores ciudadanos que hayan adelantado funciones especialmente significativas en contra de la corrupción. De igual manera, el millonario sudanés Mo Ibrahim instauró hace algunos años un premio dotado de 200.000 dólares anuales de por vida a los gobernantes africanos que dejen el poder luego de una labor transparente y pacífica. El potencial de las dos iniciativas está en su capacidad de reconocer buenos comportamientos y señalar los vicios en una sociedad.
Por último, el economista indio Kaushik Basu propuso hace poco en su país (donde recientemente también han estallado escándalos de corrupción gubernamental) que el pago de sobornos sea despenalizado.
Basu señala que si el pago de algunos tipos de soborno no es sancionable, los sobornados serán más proclives a denunciar al funcionario corrupto. Según la legislación colombiana actual, si un ciudadano paga un soborno para poder recibir, por ejemplo, un permiso de construcción, tanto el funcionario como el sobornado son sancionados.
Lo que propone Basu es que los ciudadanos que paguen estos sobornos (no todo tipo de sobornos) no solo no sean sancionados, sino que se les devuelva el monto que pagaron. Así, señala el economista indio, los sobornados tendrían todos los incentivos para denunciar sus casos y los funcionarios, suficientes motivos para evitar pedir coimas.
Estas iniciativas son polémicas y pueden ser vistas con escepticismo por muchos, pero para atacar problemas endémicos y tradicionales como la corrupción en nuestro país, bien nos vale mantener la mente abierta frente a las ideas creativas.
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