En medio de las novenas que tienen lugar por estos días en la zona nororiental de Medellín por el eterno descanso de Luisa Fernanda Martínez Úsuga, la joven fallecida en Perú hace una semana, su madre, Flor Üsuga, clama para que esta muerte sea esclarecida. “Quiero que le hagan justicia a mi hija, porque se lo merece”, apunta Flor.
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Luisa falleció hace una semana en la ciudad de Piura a causa de un disparo en la cabeza; tenía 29 años de edad. Los hechos previos a su deceso y las causas del mismo son materia de controversia, pues mientras que el hombre que fungía como pareja de ella asegura que se trató de un suicidio, nadie en la familia de la mujer cree en esa versión y se inclinan a pensar que lo que realmente ocurrió fue que este la mató, es decir que fue un feminicidio.
Flor cuenta que Luisa vivía con su hija (hoy de 12 años) y el resto de la familia (la mamá y un hermano) en el barrio Carpinelo, pero hace cuatro años partió para el vecino país atendiendo a una propuesta de trabajo como auxiliar de cocina que le auguraba mejorar su condición económica.
Le estaba yendo muy bien, pero todo cambió desde hace año y medio, según Flor, cuando consiguió como pareja a un joven y comenzó a convivir con él a los seis meses.
“Él la golpeaba y la maltrataba verbalmente. Cuando ella dejaba de comunicarse por uno o dos días yo sospechaba que algo andaba mal y le hacía video llamadas. La veía golpeada. Al principio lo admitía pero luego en varias ocasiones dijo que los moretones era porque habían intentado robarla”, añade la madre.
El martes primero de julio las autoridades hallaron el cuerpo de Luisa yaciendo sobre su cama, inerte, con una herida mortal. Junto a ella estaba su compañero sentimental quien dijo que la herida había sido autoinfligida y que en el momento en que ocurrieron los hechos él estaba en el baño.
La repatriación del cuerpo fue una verdadera odisea, empezando por la recolección de los quince millones que costaba el traslado y teniendo en cuenta que se trata de una familia de escasos recursos. Por fortuna, un tío que reside también en Perú se encargó de las diligencias respectivas ante las autoridades de esa nación, de manera que el carro mortuorio salió desde Piura el miércoles a las cinco de la tarde y arribó a la capital antioqueña el viernes con el fin de darle sepultura en medio de sus allegados. Las honras fúnebres fueron el sábado pasado, pasando las prioridades a un segundo nivel donde la intención es buscar que se haga justicia.
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Aparte de que la familia de la víctima no cree en la veracidad del relato del marido de Luisa, hay otros hechos que los llenan de sospechas. Por ejemplo, que ella al parecer tenía su ropa empacada y quería regresar a Colombia.
Apunta Flor que lo otro es que en la misma casa vivían con la suegra, con un cuñado y dos cuñadas y “yo viendo una cosa de esas, yo miro a ver qué pasa”.
La familia del sospechoso de homicidio, quien fue capturado y sigue bajo detención intramural, estaría tratando de apoyar la versión sobre el suicidio y por eso habrían incurrido en inconsistencias en la historia que dieron.
Algo que les parece igualmente extraño es que cuando la familia de la occisa preguntó por su celular, una cuñada negó tenerlo, pero luego las autoridades habrían encontrado el aparato en su poder.
Apunta finalmente que las pruebas de balística serían contundentes en que un disparo mortal, en el sitio donde aparece, no podría haber sido hecho por ella misma.
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