El presidente venezolano, Hugo Chávez, desafió a Estados Unidos expulsando al embajador de la Casa Blanca en Caracas y amenazando con cortar el suministro de crudo a su principal cliente petrolero, en una escalada de la tensión entre Washington y líderes socialistas de la región.
Chávez cerró filas el jueves pasado con el mandatario Evo Morales, quien en la víspera ordenó la salida de la misión diplomática estadounidense en Bolivia y la acusó de instigar las violentas protestas que sacuden a la empobrecida nación andina, prometiendo defender con la vida a sus aliados sudamericanos.
"¡Váyanse al carajo!", gritó el corpulento ex militar animado por cientos de seguidores en un mitin político en el noroccidente del país al anunciar la inédita medida.
Además de exigir la salida del "embajador gringo" en 72 horas y dar instrucciones para retirar de inmediato a su representante diplomático en Washington, Chávez amenazó con cortar los envíos de crudo a su principal cliente petrolero si Estados Unidos intentara atacar a su Gobierno.
"Si hubiera una agresión contra Venezuela, pues no habrá petróleo para el pueblo y ni para el Gobierno de los Estados Unidos. !Nosotros, yanquis de mierda sépanlo, estamos resueltos a ser libres pase lo que pase y cuéstenos lo que nos cueste!", vociferó enfundado en su característica camisa roja.
Chávez, que enfrenta en pocas semanas unas elecciones regionales claves, ha advertido varias veces en el pasado con detener el suministro petrolero al mercado estadounidense, aunque nunca ha llegado a concretar sus amenazas.
Desde que llegó al poder hace casi 10 años, el polémico "Comandante" se ha convertido en el más radical de un creciente grupo de gobiernos izquierdistas en la región, apoyado en una de las mayores reservas energéticas fuera del Medio Oriente.
El mandatario, que considera al líder cubano Fidel Castro su padre ideológico, puso "en revisión" las relaciones con Estados Unidos y dio un espaldarazo al proyecto socialista de Morales, asegurando que apoyará una resistencia armada en Bolivia si su aliado indígena es derrocado.
Varias naciones sudamericanas expresaron su preocupación por la crisis política que sacude a Bolivia, que hasta el momento ha dejado ocho muertos, decenas de heridos y ha golpeado a las exportaciones de gas hacia Brasil y Argentina.
Complots, rusos y maletines
La habitual guerra verbal entre Caracas y Washington -que difieren en todo tipo de asuntos, desde lucha antidroga hasta políticas comerciales- se ha disparado esta semana por la aparición de varios focos de tensión entre ambos países.
El mandatario ordenó el miércoles investigar un supuesto complot para asesinarlo, del que hizo directamente responsable a La Casa Blanca y a la "oligarquía venezolana", luego de que la televisión estatal emitiera unas grabaciones de presuntos militares que estarían planeando un golpe de Estado.
Según analistas, Chávez suele arreciar sus ataques contra "el imperio estadounidense" ante la cercanía de unos comicios para unificar a sus seguidores contra el enemigo externo y minimizar los problemas del día a día que acucian al país, como la alta inseguridad o la galopante inflación.
Pero también la llegada de dos bombarderos rusos a Venezuela y el reciente anuncio de unas maniobras militares conjuntas con Rusia en el Caribe han despertado los recelos de Washington, cuya relación con Moscú pasa por momentos bajos debido al conflicto en Georgia y la instalación de un escudo antimisiles estadounidense en el Este de Europa.
Mientras, Chávez calificó esta semana de "show" un juicio que se celebra en Miami por un maletín lleno de dólares que supuestamente fue enviado por Caracas para financiar la campaña de la actual presidenta argentina, Cristina Fernández, y asegura que Washington busca desprestigiar a su Gobierno con el caso.
Según algunos testigos, que Caracas y Buenos Aires aseguran están comprados por sus enemigos, Chávez estaría implicado directamente en el escándalo y habría tratado infructuosamente de silenciarlo para evitar ser salpicado por acusaciones de corrupción.
Además, el Gobierno venezolano decidió reducir los vuelos de varias aerolíneas estadounidenses desde y hacia el país sudamericano, después de que la administración Bush pusiera en duda su seguridad aeroportuaria, lo que también se ve como un nuevo punto de fricción entre los adversarios ideológicos.