Los manifestantes continuaron este miércoles atrincherados en la sede del Gobierno pese al estado de excepción decretado por el primer ministro tailandés, Samak Sundaravej, en Bangkok, donde al igual que el resto del país, la huelga convocada en las empresas públicas fue un fracaso.
Cercados por varios miles de policías desplegados para prevenir nuevo brotes de violencia, los seguidores de la antigubernamental Alianza del Pueblo para la Democracia condicionaron el desalojo del recinto a la dimisión de Sundaravej y su Gobierno, objetivos de la protesta que iniciaron hace 102 días.
"Nuestra postura es firme: Sundaravej debe renunciar. Si no se va, no hablaremos con nadie", declaró Sondhi Limthongkul, fundador de la alianza, la organización cívica que el pasado 26 agosto tomó al asalto el palacio del Gobierno, en el casco antiguo de la capital tailandesa.
Sundaravej, que de momento no ha dado señal alguna de que esté pensando en dimitir o en disolver el Parlamento, decretó el martes el estado de excepción y ordenó al Ejército restaurar el orden, después de que una persona muriera y otras 44 resultaran heridas en enfrentamientos entre partidarios de bandos políticos opuestos.
El estado de excepción, que no declara el toque de queda, permite al Ejército el empleo de la fuerza, le da poder para censurar la información de los medios de comunicación que "causen el pánico" o pongan en riesgo la seguridad del Estado, y prohíbe las reuniones públicas de más de cinco personas.
Sundaravej expresó su confianza en que el Ejército halle una vía para dispersarlos, aunque no descartó en declaraciones a la prensa, que los militares estén pensando en aprovechar la situación para dar un nuevo golpe de Estado, pese a que esa acción fue rechazada antes por el jefe del Ejército, general Anupong Paochinda.
"Todo es posible", respondió el primer ministro al ser preguntado por la prensa sobre un eventual golpe de estado.
Horas después de entrar en vigor el estado de excepción el general Paochinda dijo que la crisis política será resuelta "por medios legales y democráticos", y prometió ejercer moderación si las tropas tienen que disolver a los manifestantes.
Desde hace nueve días
Los miles de seguidores de la alianza que desde hace nueve días exigen la renuncia del primer ministro parapetados tras barricadas de neumáticos y alambradas de espinos, están acampados en el recinto gubernamental y sus aledaños, a escasa distancia de una de las zonas más turísticas de Bangkok, donde como el resto de la metrópolis se vive con indiferencia la protesta callejera de la alianza.
Y es que desde que en 1932 cayó la monarquía absolutista, en Tailandia se han producido 18 golpes de estado, el último hace casi dos años contra el ex primer ministro Thaksin Shinawatra, ahora fugitivo de la justicia tailandesa y exiliado en el Reino Unido.
A pesar de la crisis política, la bolsa de Valores de Bangkok registra leves caídas desde el pasado lunes, y en Banco Nacional afirma que la actual situación únicamente causará un reducido impacto negativo.
"Los problemas políticos afectan sólo a corto plazo al gasto interno y la confianza, los cimientos económicos de Tailandia son suficientemente sólidos", declaró en rueda de prensa la gobernadora de la institución bancaria estatal, Tarisa Watanagase.
Tampoco causó efecto en Bangkok ni en el resto del país, la huelga de 24 horas convocada por la Confederación de Trabajadores de de Empresas Públicas, con unos 200.000 afiliados, y que amenazó con paralizar el transporte público, y los servicios eléctrico postal y de agua corriente, para solidarizarse con los manifestantes.
Los servicios públicos funcionaron con normalidad después de que unos pocos empleados se unieran al paro convocado en Tailandia por el mayor sindicato de empresas estatales solidaridad con los manifestantes que ocupan la sede del Gobierno.
"Todo funciona con normalidad", indicó el Ministerio del Interior en un comunicado.
Las protestas callejeras comenzaron el pasado mayo, cuando los seguidores de la alianza acamparon y montaron un campamento con su escenario, frente al edificio de Naciones Unidas, para denunciar al Gobierno, que tachan de corrupto, de desleal a la Corona, y de ser un títere al servicio del ex mandatario Shinawatra, ahora exiliado en el Reino Unido.
Apoyada por la élite conservadora y sectores del Ejército, la alianza, que explota la propaganda nacionalista y de inquebrantable lealtad a la Corona para ganarse la simpatía de la población, pretende que el rey Bhumibol Abdulyadej designe un Gobierno de transición.
Ministro de Asuntos Exteriores presentó su dimisión
El ministro de Asuntos Exteriores de Tailandia, Tej Bunnag, presentó este miércoles su dimisión en medio de la crisis política.
Fuentes oficiales indicaron que Bunnag, veterano diplomático y procedente de una las familias tailandesas entroncadas con la Corona, abandona el cargo que asumió el pasado 27 de julio por motivos personales.
Bunnag presentó su dimisión al día siguiente de convocar a las embajadores acreditados en Tailandia para explicarles la declaración del estado de excepción en Bangkok y los esfuerzos del Gobierno para solventar la crisis.
La renuncia tiene lugar después de que el director de Asuntos Políticos de el ministerio, Poksak Nilubon, anunciara a principios de semana su cese por considerar que en la actual situación política tenía seria dificultades para desempeñar su cometido.
Tampoco ha tenido efecto en Bangkok ni en el resto del país, la huelga de 24 horas llevada a cabo hoy por la Confederación de Trabajadores de Empresas Públicas, con unos 200.000 afiliados, y que amenazó con paralizar el transporte público, y los servicios eléctrico postal y de agua corriente, para solidarizarse con los manifestantes.