Hubo tambores. Y aunque no sonaron, causaron sensación entre los 102 estudiantes de 16 colegios que se dieron cita en el Cerro Nutibara para inyectarle vida a la Tierra con la siembra de 60 árboles.
Además de los tambores que producen toneladas de oxígeno diariamente y son grandes descontaminantes, hubo otras especies nativas en vías de extinción como coralitos, manitos, ojos de palma, cámbulos, magnolios, yarumos blancos, que fueron elegidas con juicio entre la Secretaría de Medio Ambiente, la administración del Cerro Nutibara y el Jardín Botánico.
Hacer parte de esta siembra llenó de alegría a los alumnos del Colombo Británico. Sintieron que estaban haciendo algo realmente bueno por el planeta. Agregaron que el tema ambiental lo tienen muy arraigado, "porque desde kínder nos enseñan sobre su importancia". Para ellos el contacto con la naturaleza es vital, les encanta subirse a los árboles y disfrutar al aire libre.
Además, a lo largo de sus años escolares han participado en varios convites ambientales para la siembra de árboles en Envigado. "Todos debemos contribuir con el cuidado del planeta. Para mí la naturaleza me da vida y por eso la cuido", anotó Juan Pedro Giraldo.
Este mismo concepto se replicó entre los alumnos que aceptaron la invitación de la empresa ConTreebute que, con el apoyo de Área Educada y el programa Prensa Escuela de EL COLOMBIANO, hicieron parte de la primera jornada que busca recuperar los cerros tutelares de Medellín.
"Ustedes tienen una elevada sensibilidad frente al cuidado de la naturaleza. Saben que el mundo está enfermo y lo están ayudando", señaló Esteban Betancur, gerente de ConTreebute.
Los niños y jóvenes aceptaron el compromiso de volverse embajadores del planeta, "educando a sus padres y amigos" para plantar y cuidar los árboles, "única especie en el mundo capaz de capturar CO2 y producir oxígeno".
Esto lo tienen muy claro las nuevas generaciones. Como dijeron Marlon Jaramillo y Julio Peña, de la Institución Educativa Rural Yarumito, de Barbosa, "estamos felices de estar ayudando a la Tierra". No supieron cuál fue la especie que cargaron bajo el sol inclemente a través del sendero que los llevó al lugar elegido en la cara oriental del Cerro Nutibara. Aunque tenía espinas, "era uno de los grandes".
La tarea no fue fácil. Les tocó ir por más tierra y agua para regar lo que resultó ser un cámbulo, que en tres años medirá 5 metros. Pero lo mejor fue el sitio elegido, de cara a la autopista, "desde donde lo podremos ver cada vez que pasemos".
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