Acción es el efecto de lo que hago, y hacer es producir de la nada, fabricar, conseguir un resultado. Como ser vivo, el hombre siempre está actuando. Su acción determina lo que es. Es lo que hace, hace lo que es.
El evangelio usa el sentido común al decir: "por sus frutos los conoceréis" (Mt. 7, 16-20). El agricultor cuida el árbol que le da buenos frutos. Le es preciosa su bondad. Paga su precio con gusto.
"La acción es la verdadera fiesta del hombre" (Goethe). En gramática, la acción, que es flujo, dinamismo, movimiento, se expresa con el verbo, como amar, comer, sentir. El sujeto, persona o comunidad, usa el verbo para expresar su misión: enseñar, vender, producir.
En el verbo está la fiesta, que se caracteriza por el regocijo y la gratitud, un nacimiento, un grado, un triunfo, una boda. La acción es la fiesta, el gusto de vivir sintiendo, pensando, dialogando.
Crear es la fiesta de las fiestas. Mi fantasía se embelesa viajando por el espacio infinito donde el Creador crea sin cesar. "Mil gracias derramando / pasó por estos sotos con presura / y yéndolos mirando / con sola su figura / vestidos los dejó de hermosura" . La creación es el despliegue de la hermosura divina.
La hermosura es el distintivo de la acción divina de crear, de la cual participan el artista y el científico, "con ansias de ver aquella invisible hermosura que esta visible hermosura causó", y que ellos contribuyen a crear.
Los sentidos de mi cuerpo y las potencias de mi alma se sienten abrumados ante el derroche de hermosura de la acción creadora, el colmo de la magnificencia divina.
"¡Qué alegría cuando me dijeron vamos a la casa del Señor!". Quien tiene la fortuna de escuchar esta invitación, comienza a ver, oír, oler, gustar, hablar y tocar el mundo prodigioso del presentimiento, anticipo del paraíso.
Los místicos, como S. Juan de la Cruz, conocen el mundo sublime de la acción divina en que "anda el alma interior y exteriormente como de fiesta y trae en el paladar de su espíritu un júbilo de Dios grande, como un cantar nuevo, siempre nuevo, envuelto en alegría y amor, en conocimiento de su feliz estado".
Hecho a imagen y semejanza del Creador, el hombre tiene por vocación estar creando un mundo nuevo, el escenario espléndido de la fiesta divina.
* Monticelo, Centro de Mística.
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