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La alerta ambiental de Casanare

La mortandad de fauna en Casanare plantea preguntas sobre las causas de una sequía devastadora. El desastre ambiental obliga a Gobierno y ciudadanía a soluciones de emergencia y, en especial, de fondo.

  • ILUSTRACIÓN ESTEBAN PARÍS
    ILUSTRACIÓN ESTEBAN PARÍS
25 de marzo de 2014
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Hay una mezcla de factores locales, con distintos grados de incidencia, tras la sequía que está matando de sed a los animales en Casanare. La alteración del régimen de lluvias paralela al aumento de temperatura (debido al cambio climático), la deforestación que trae la ganadería extensiva en la región (y sus gases de invernadero) y la perforación de pozos de agua y la exploración petrolera son algunas causas probables que señalan expertos.

Asociada a esos factores específicos está, hoy, una categoría más compleja y clave: la desertización, referida al impacto que están ocasionando las intervenciones humanas en los distintos niveles del suelo y las cuencas y subcuencas que se relacionan, en este caso, con las dinámicas climáticas de Casanare.

Especialistas en medio ambiente alertan sobre la deforestación que se está causando, por ejemplo, en las cuencas altas de Boyacá, las mismas que bañan e irrigan la llanura casanareña. Si bien hoy las estaciones son más extremas (veranos más secos y prolongados e inviernos con más precipitaciones e inundaciones), la desertización está dejando suelos con menor capacidad de conservación del agua, con menos capa vegetal y a su vez expuestos a una evaporación más veloz por las altas temperaturas. Todo ello, entonces, ha afectado allí el ciclo del agua.

Es prematuro, en ausencia de un estudio documentado y sistemático, señalar un responsable mayor, un autor principal, de la emergencia que afronta este departamento del centro oriente de Colombia, que incluye el 3,9 por ciento del territorio nacional.

Hay una realidad que está asociada a fenómenos planetarios: hace casi cinco meses que no llueve en aquella región que mantiene, además, un clima promedio de 40 grados centígrados a la sombra y que no dispone, en la mayor parte de su extensión, de la suficiente irrigación hídrica natural y sobre todo artificial.

Por eso, dos de las salidas que se proponen hoy frente a la sequía son el envío diario de 100 camiones cisterna con agua y la perforación de pozos (aljibes de profundidad) que ayuden a los lugareños a suministrar agua a la fauna silvestre y al hato ganadero.

La primera medida es costosa y limitada, pero es la más viable, por ahora, y se anuncia que contará con apoyo de la empresa privada de la región. La segunda significa el riesgo de que se desbalanceen las bolsas de agua subterránea y que se afecte el equilibrio de los humedales que congregan la mayor parte de los animales salvajes y que son el eje del hábitat natural casanareño.

Finqueros y conservacionistas locales advierten que la apertura de pozos artesanales (prohibida por ley) no resulta tan dañina como el impacto que causan a los reservorios de agua de la región las exploraciones petroleras que consumen enormes cantidades de agua o que la extravían al romper las bolsas subterráneas. No obstante, el ministro de Minas y Energía, Amylcar Acosta, dice que es precipitado atribuir responsabilidad a las petroleras en la sequía.

Una sequía desastrosa que, según estimativos y cifras de diversas fuentes, deja, por lo menos, 10.000 chigüiros, 5.000 reses y otros miles de venados, caimanes, tortugas y peces muertos. Son tales la mortandad de fauna y la podredumbre, en especial en los alrededores del municipio de Paz de Ariporo, que los lugareños usan todo el tiempo tapabocas.

Una tragedia ecológica que exige acciones inmediatas de contingencia, pero sobre todo medidas de mediano y largo plazo de ordenamiento y control de las cuencas y caudales que surten de agua esa región. Que este caso nos sirva de referencia a Antioquia y al país para minimizar riesgos futuros.
Contraposición

UNA TRAGEDIA QUE ANUNCIAMOS Y VAMOS A INVESTIGAR LAS RESPONSABILIDADES

Por LUZ HELENA SARMIENTO
Ministra de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible


No es frase cajón: esto sí es una tragedia anunciada. Desde diciembre, junto al Ideam, anunciamos a todos los actores públicos y privados de la región que venía una temporada muy seca y prolongada, en especial en febrero y marzo, para la Orinoquía central y oriental.


El 22 de enero levantamos alertas tempranas sobre el desabastecimiento de agua. Pedimos a la población, la Corporación Ambiental y la Gobernación que, por favor, se evitaran incendios para siembras del sector agropecuario (arroceros).


Enviamos recomendaciones a diario, en enero, febrero y marzo, a autoridades de gobierno, Defensa Civil, Comités operativos locales (hay constancia) de Yopal y Casanare y a la prensa. A la 1 a.m., 5 a.m., 9 a.m., 5 p.m. y 9 p.m. se enviaba un correo a la Sala de Crisis de la Dirección Seccional de Riesgo y CorpoOrinoquía. Se informaban las condiciones especiales de sequía y pedimos examinar la respuesta a incendios forestales y planificar el consumo humano de agua y del sector agropecuario y minero-petrolero.


Hoy viajo con una comisión del más alto nivel a establecer responsabilidades. El sector agropecuario desvió canales y siguió las quemas. Por eso se le pedirá a la Procuraduría abrir investigación formal. No se pueden exigir acciones e inversiones al Estado si los particulares no colaboran.

 

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