“¿Por qué no me llaman?”. Esa es una pregunta que con frecuencia se hacen las personas que se encuentran en búsqueda activa de empleo y no encuentran éxito. Y es que, a medida que pasan los días, los rechazos, las respuestas negativas, en ocasiones sin ningún tipo de retroalimentación, aumentan, y el candidato suele verse afectado incluso en su autoestima.
Pero, ¿y si le dijéramos que no siempre recibe un no porque no sea el candidato ideal, ni tampoco porque su hoja de vida esté mal estructurada, sino porque parte de las ofertas laborales a las que se postula son, en realidad, vacantes fantasma?
Esto, aunque suene increíble, afecta más de lo que se percibe. Ya de por sí se escucha con frecuencia que buscar trabajo es un trabajo en sí mismo, y es totalmente cierto: es un proceso estresante, desgastante, lento y lleno de altibajos. A las preocupaciones naturales que genera la incertidumbre económica y los gastos que implica estar desempleado, se suma ahora otro obstáculo que es navegar entre cientos de ofertas que, en realidad, no buscan contratar a nadie.
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¿Qué son las ofertas de empleo fantasma?
Las ofertas de empleo fantasma, como se les conoce comúnmente, son vacantes publicadas por empresas que en realidad no necesitan cubrir ningún puesto. Expertos en selección y empleabilidad coinciden en que, aunque estas publicaciones pueden responder a objetivos estratégicos, terminan generando consecuencias negativas tanto para los candidatos como para las propias organizaciones.
“La razón principal por la que las empresas publican vacantes que no están buscando ocupar es netamente estratégica: se trata de hacer un estudio de mercadeo. Como se dice coloquialmente, los cogen de conejillos de indias para ver cómo está el mercado laboral: qué tipo de profesionales hay, qué formación tienen, qué pretensiones salariales manejan”, explica Edna Jobs, reconocida influencer de empleabilidad.
Otras veces, las organizaciones buscan construir una base de datos robusta de hojas de vida que les sirva para futuras convocatorias, o quieren mostrar una imagen activa frente a sus clientes o competidores. “Muchas empresas quieren posicionarse como marcas empleadoras dinámicas, visibles en el mercado, aunque no estén contratando en el momento”, complementa Adriana Garcés, directora de Right Management Colombia.
Sin embargo, no todo son estrategias bienintencionadas. Algunos portales de empleo también contribuyen, sin querer, a esta sobrecarga de publicaciones dudosas. “Existen bots que copian y pegan ofertas laborales de otras fuentes. Uno muy frecuente es el de Sercanto. Yo a mis asesorados siempre les advierto que no apliquen a esas vacantes, porque al analizarlas, se nota que son generadas por sistemas automáticos”, advierte Edna Jobs.
Y si bien no todas las vacantes confidenciales deben considerarse sospechosas, pues muchas veces se publican así porque están buscando el reemplazo de alguien dentro de la misma organización, lo cierto es que el panorama se ha vuelto cada vez más difícil de navegar para los candidatos.
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Cifras que lo evidencian
Según un estudio del portal estadounidense Indeed, más del 18% de las vacantes publicadas en línea no se corresponde con procesos reales de contratación. En Latinoamérica, aunque no hay cifras consolidadas, consultoras como PageGroup y Adecco han advertido que este fenómeno ha crecido con fuerza desde la pandemia, al calor de la digitalización de los procesos de selección.
A esto se le suma una encuesta realizada a 1.000 gerentes de contrataciones por Clarify Capital que develó que casi siete de cada 10 puestos de trabajo permanecen abiertos durante más de 30 días y 10% permanecen vacantes durante más de medio año.
¿Cómo se explica esto? De acuerdo con los resultados entregados por la compañía, más de 40% de los gerentes de contratación dijeron que publican puestos de trabajo que no buscan cubrir para dar la impresión de que la empresa está creciendo.
Una proporción similar indicó que las ofertas de trabajo se hacen para motivar a los empleados, mientras que 34% dijo que los trabajos se publican para tranquilizar al personal con exceso de trabajo que puede estar esperando la llegada de ayuda adicional de nuevo personal.
“Alrededor de 34% de los responsables de recursos humanos confesaba que, manteniendo estas vacantes abiertas, aunque sin intención de cubrirlas, mantenía la motivación de unas plantillas a las que cada vez se les exigía más trabajo con menos personal”, destacó el estudio.
Las consecuencias
Además del tiempo invertido, el silencio que se produce tras postularse a una vacante fantasma puede ser emocionalmente devastador. “Una de las consecuencias más significativas es la desmotivación. Al ver que una empresa no da respuesta a una solicitud, la persona posiblemente no volverá a postularse con esa compañía. Y eso, además del desgaste emocional, puede significar la pérdida de un talento valioso para la empresa”, afirma Garcés.
De hecho, este “ghosting laboral” está empezando a revertirse. Cada vez más candidatos aprenden a identificar este tipo de prácticas y comienzan a ignorar ofertas de ciertas empresas, lo que termina afectando la reputación de esas organizaciones. “Las compañías están recibiendo el mismo ghosting que aplican. Los profesionales se están volviendo más críticos y selectivos”, concluye la experta.
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Desde el lado tecnológico, algunos algoritmos utilizados por portales y empresas también contribuyen involuntariamente a este fenómeno. El uso de sistemas automatizados para clasificar hojas de vida, conocido como ATS (Applicant Tracking System), hace que muchas postulaciones no pasen ni siquiera el primer filtro, lo que refuerza la sensación de abandono y silencio. Y cuando la vacante es artificial, el proceso ni siquiera pasa por estos filtros: simplemente no hay nadie al otro lado revisando.
A esto se suman los casos de estafa, que se disfrazan de vacantes y que pueden pedir dinero por supuestos cursos, exámenes médicos o uniformes. “Ningún proceso serio pedirá plata. Si lo hacen, es una estafa”, enfatiza Edna Jobs. Por eso, una recomendación clave es examinar cuidadosamente la redacción del anuncio y buscar señales como correos genéricos, errores ortográficos o URLs sospechosas.
Entonces, ¿qué puede hacer quien busca empleo para protegerse y evitar caer en estas trampas? Primero, es clave diversificar los canales de búsqueda. “No toda la estrategia puede centrarse en portales de empleo. Hay que asistir a eventos de networking, activar redes de contacto, acercarse a bolsas de empleo universitarias, y hacer visible que se está en búsqueda activa. Eso abre muchas más puertas”, recomienda Garcés.
También es importante documentarse y mantenerse actualizado sobre nuevas plataformas que promueven transparencia. Algunos portales, como Computrabajo o LinkedIn, están empezando a etiquetar vacantes activas verificadas o mostrar fechas de última actualización, en un intento por frenar la proliferación de publicaciones inertes.
Por su parte, los candidatos deben estar atentos a señales como publicaciones repetidas por meses sin cambios, vacantes “confidenciales” con información ambigua o empresas que no tienen presencia digital clara. Y, sobre todo, no rendirse ante la frustración, porque, aunque el mercado puede parecer una jungla, las oportunidades reales sí existen, solo que cada vez exigen más habilidades para navegar entre la maleza.
La realidad es que esta práctica, aunque generalizada, sigue sin tener una regulación clara. Mientras tanto, los candidatos enfrentan un entorno cada vez más saturado y poco transparente. Sin embargo, entender que no todas las puertas cerradas se deben a fallos propios, sino a estrategias opacas del mercado, también puede ser un primer paso para recuperar la confianza y seguir adelante con foco, estrategia y paciencia.