El Presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, ha comenzado a jugar de local la partida más importante de su política internacional. Washington es desde ayer el escenario de discusión sobre la necesidad de poner en lugar seguro la producción y enriquecimiento de material nuclear por parte de 47 países, con la mirada sobre Irán y Corea del Norte.
Obama ya había plantado su apuesta por la reducción nuclear de hasta 1.550 ojivas por país hace un año en Praga y el acuerdo con Rusia quedó en firme la semana pasada. Ambos países tienen el 90 por ciento del material nuclear que existe en el mundo, pero no quieren dejar en manos enemigas el restante 10 por ciento, suficiente para desaparecer buena parte del planeta.
La Cumbre de Washington de Seguridad Nuclear busca poner a buen recaudo y bajo vigilancia internacional no menos de un millón 600 mil kilos de uranio enriquecido que se estima están repartidos en 40 países. Una cifra demoledora, pues los expertos consideran que 25 kilos son suficientes para producir un artefacto nuclear con máximo poder destructor.
De lo que se logre en Washington depende el rumbo que tomen las relaciones de Estados Unidos con países como China, Irán, Corea del Norte y Siria. El propio Obama lo advirtió la semana pasada en Praga: "el peligro de una guerra nuclear es hoy menor, pero la posibilidad de un ataque nuclear ha aumentado considerablemente y es necesario actuar para evitarlo".
La ONU, que se ha mostrado débil ante las amenazas y provocaciones nucleares del régimen de Irán, puso ayer sobre la mesa una propuesta para que los 47 países reunidos en la capital estadounidense den un paso más definitivo: prohibir la producción de material químico para armamento nuclear.
De hecho, aparte de la necesidad de establecer controles sobre el material atómico existente, la preocupación de las grandes potencias es que parte del material utilizado en la fabricación nuclear termine en manos de grupos terroristas estrechamente vinculados con regímenes totalitarios o con gobiernos en abierta carrera armamentista.
La presencia en Washington de cuatro países de América Latina: Brasil, Argentina, Chile y México, debe servir para ratificar el espíritu pacífico de la región y rechazar los vientos de guerra que alientan algunos de nuestros vecinos con el contubernio de los que hoy, precisamente, no están en Washington.
Es importante saber cuánto, dónde y quiénes tienen material nuclear. Resulta fundamental también identificar quiénes comienzan a dar señales inequívocas de querer trasladar a la región los talleres y bodegas de los grandes productores de armas.
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