En un plazo rapidísimo, ciertamente, la Procuraduría ratificó ayer la destitución e inhabilidad del alcalde de Bogotá, Gustavo Petro. Dice la Procuraduría en su comunicado que los argumentos de la defensa del alcalde fueron casi los mismos que hicieron a los cargos elevados en su momento.
Petro, en un gesto muy propio de su temperamento y de su alta autoestima, se ratificó en que es un "golpe de Estado". Verdadero golpe de Estado sería darle vía libre a la tesis de que algunos gobernantes, por el solo hecho de ser desmovilizados, y a pesar de advertencias y prevenciones, tienen carta abierta para hacer lo que se les antoje.
Ahora el presidente de la República deberá ejecutar la sanción. Los habitantes de Bogotá serán convocados a elecciones. Ojalá prime la sensatez, el buen juicio, la prudencia. Que los llamados a la insurrección se boten a la basura.
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