Con tono de ironía, una de las líderes comunitarias de la comuna 13 dice que viene de pagar una cuota de 24 mil pesos en la funeraria, “porque va uno y se muere, o lo matan, y no lo atienden”.
Cumplidos con el pago mensual, por temor a la llegada de su último día, la acompañan varios vecinos con el mismo compromiso. “Es que las cosas están muy duras y todo mundo viene de allá, de pagar”.
La palabra “difícil” es la que utiliza un rapero y líder juvenil del barrio El Salado, para hablar de la balacera del domingo al comenzar la tarde. “Es que las cosas se han estado calentando desde hace días, sobre todo la última semana”.
Por los vericuetos que juntan casa con casa en El Salado, el tema del que se hablaba ayer en la mañana era el de esos enfrentamientos en los que fueron asesinados dos policías -los patrulleros Cristian Camilo Ríos Londoño y Wilmar Mateus Medina- y un civil, Víctor Hugo Gómez.
Los disparos, que comenzaron a la 1:30 p.m. contra un grupo de policías que llegó a atender la llamada por un herido con arma de fuego, también alcanzaron a otros dos uniformados.
Bertha*, una señora de 68 años y esclava de un asma que a veces no la deja ni hablar, cuenta que al comenzar el tiroteo le tocó meterse debajo de la cama y allí se quedó por casi tres horas; no podía siquiera respirar porque los nervios no la dejaban.
Y Andrea*, la amiga con la que hablaba ayer, reniega porque a los muchachos, que en su mayoría tienen entre 14 y 16 años, no los requisan bien. “No ve que ellos se meten el arma en las ‘tolainas’ (genitales) y ahí no los esculcan”.
Ante las denuncias de los vecinos, que hablan de que las balaceras son diarias en el sector, el comandante de la Policía Metropolitana, general Yesid Vásquez Prada , dice que “puede que no sea de esa manera, pero sí se escuchan con frecuencia”.
“Este domingo la situación fue impresionante porque nos disparaban de muchos sitios”.
La comunidad considera que la situación desde hace mucho rato viene de mal en peor, así hayan disminuido en 65 casos los homicidios con relación al mismo periodo de 2011. Como cifras que destaca la Policía sobresalen las capturas de 47 personas en El Salado, la mayoría por homicidio, y la incautación de 55 armas de fuego.
Roberto*, que maneja uno de los buses que cubre la zona, asegura que las vacunas hay que pagarlas para poder moverse en la comuna 13. Y un vendedor de una compañía de productos lácteos dice que, aunque no le ha tocado entregar dinero, sí se ha visto obligado a devolverse por los enfrentamientos entre combos.
En la comuna 13 la gente se niega a hablar con nombres y apellidos ante una grabadora y algunos tienen temor de que sus teléfonos celulares estén ‘chuzados’.
Amparo*, que atiende una venta de abarrotes por la reja de una ventana de su casa, recuerda la muerte, todavía reciente, de un menor de 15 años en el barrio La Pradera, a quien vio crecer.
“Nunca mantenía mucha plata y un día vino a comprar una gaseosa, ya con un fajo de billetes de 20.000 pesos. A los días, lo mataron”. Registros de la Unidad Permanente de Derechos Humanos señalan que la comuna 13 lidera el registro de desplazamiento forzado intraurbano. De enero hasta septiembre 30 se presentaron 462 declaraciones por este delito.
Según Jesús Sánchez, personero delegado para los derechos humanos, esto equivale a unas 1.800 personas que han salido del sector por razones del enfrentamiento entre bandas, aunque advierte que son cifras parciales porque faltan por documentar más casos.
Pese a la reducción de los homicidios, la comuna presenta el mayor número de muertes violentas. Según Medicina Legal, hasta el 30 de septiembre se han cometido 122 asesinatos, de 116 hombres y seis mujeres. Entre estos casos están contadas las vidas de 21 menores de edad. Al momento del cierre, la Secretaría de Gobierno no respondió el cuestionario que este diario le remitió para hablar sobre la violencia en la 13.
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