Para que mis nietos y todos los nietos del mundo calmen la sed y no sientan la furia vengadora del agua.
La fiesta universal del agua, con la lección trascendental que entraña para la humanidad, está abierta desde la media noche del viernes en Zaragoza. Esta ciudad bimilenaria escenifica ahora la Exposición Internacional de 2008 en el monumental complejo de pabellones edificado con inmenso despliegue de recursos y eficiencia a la ribera del Ebro, el Río Padre de los maños, los aragoneses.
Los medios periodísticos españoles y europeos han enfatizado en el sentido histórico del acontecimiento. Se firmará la Carta de Zaragoza, se pactarán compromisos multilaterales, entre los cien y más países que participan, para la gestión y la conservación de los recursos, "pensando en el presente y en las generaciones venideras". En la deslumbrante ceremonia inaugural de la Expo, el Rey Juan Carlos subrayó "el valor insustituible del agua como soporte de la vida y su función primordial para el desarrollo sostenible".
Aquí en Colombia, donde el agua es rebosante, y en Antioquia, donde podemos darnos el lujo de repartírsela al resto del país, tenemos apenas una sutilísima conciencia, como insensibles derrochadores, de lo que significa en los tiempos actuales y de cómo su escasez inminente en extensos lugares del planeta no sólo despierta preocupaciones muy hondas sino que representa una amenaza de confrontaciones bélicas. Las guerras del futuro serán por el agua, vaticinaba un geopolitólogo.
Si la humanidad sigue por el camino que va, de depredación en depredación, en un breve término acabará autodestruyéndose, pronosticaba un decenio atrás el gran Manifiesto por un mundo responsable y solidario. Muchos millones de seres humanos tienen sed. El agua es hoy en día un recurso escasísimo. Administrarla comporta un desafío a la creatividad y la capacidad transformadora de todos los gobiernos. Y aquí dejamos que se riegue y se pierda. Tal vez sea verdad que la trágica furia del invierno haya sido una vindicta cruel de la Naturaleza.
Mis dos nietos del alma, Ignacio y Rocío del Pilar, dos mañicos felices, son de Zaragoza. La Expo 08 y todos los mensajes de alerta afines golpean nuestras conciencias, para que aprendamos a manejar el agua de modo amistoso, austero, civilizado y providente. Y para que, en el porvenir cercano, Ignacio y Rocío del Pilar y todos los nietos de todos los abuelos del mundo calmen la sed y no sufran la ausencia, el enojo y la furia vengadora del agua.
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6
