Hace ya quince años nació en Medellín un banco en el que no se guarda dinero, como cualquier entidad en este sector.
Uno que se encarga de calmar el hambre de las personas que no tienen cómo comprar sus alimentos a través de donaciones y el aporte de toda una ciudad.
Así es como trabaja la Fundación Saciar, que se encarga de recoger alimentos y productos de primera calidad, que van desde los productos excedentes que ya no se pueden comercializar, con averías por daños en sus empaques, hasta mercancía que sobra de campañas especiales o con fechas próximas al vencimiento.
Son alimentos que provienen de la industria alimentaria, del sector agrícola, cadenas de supermercados, centrales de abastos, entre otras entidades que los apoyan.
"En estos 15 años queremos agradecer a quienes han confiado sus recursos y conocimiento a la Fundación, reconociendo sus aportes y mostrándole a la ciudad cómo recuperamos y evitamos que se bote la comidad", explicó Silvia Llano, subdirectora de la Fundación Saciar.
Una labor con corazón
Las donaciones que reciben son almacenadas para luego hacer el proceso de selección, clasificación y empaque de las mismas.
Después de estos procesos, las donaciones son distribuidas entre las instituciones de ayuda humanitaria así como a los comedores propios de la Fundación, "constituyéndose así en la despensa institucional que sirve la mesa de los más pobres", asegura Saciar.
Toda esta labor es realizada por 190 voluntarios, entre personal administrativo y operativo que el año pasado manejo toda la operación logística para entregar 4.170 toneladas de productos: 3.641 de las cuales correspondieron a alimentos, beneficiando a 38.196 personas mensualmente.
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