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La gran afición colombiana volvió a ser premiada

  • FOTO JUAN ANTONIO SÁNCHEZ | Enviado especial a Río de Janeiro, Brasil
    FOTO JUAN ANTONIO SÁNCHEZ | Enviado especial a Río de Janeiro, Brasil
28 de junio de 2014
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Hinchas de Colombia y Uruguay se comportaron como hermanos en los previos y al final, se la pasaron tomándose fotos en los hoteles y en los alrededores del estadio Maracaná de Río de Janeiro. También intercambiaron camisetas, así los amarillos terminara pletóricos y los celestes aporreados por la eliminación.

Roxana Lugano, la misma hermana de Diego, el central del conjunto charrúa se unió a la fiesta previa diciendo "ganaremos 1-0 con gol de Cebolla Rodríguez así ustedes tengan una gran selección".

Elizabeth Correa, una paisa que por primera vez experimenta la magia del fútbol, ya que antes no había entrado a ningún estadio y le pegó al resultado, le refutó diciendo "que va, nosotros también podemos hacer historia y con un 2-0 nos iremos a los cuartos de final".

Ese el preámbulo de una fiesta que parece no tener fin, porque en la entrada al estadio Maracaná varios protagonizaron un concurso de coros y ahí el "poropopó, poropopó, el que no salte es un uruguayo mordelón" opacó el "ya veremos, ya veremos" de los orientales hasta el final del compromiso en el templo del fútbol brasileño.

En el imponente escenario que fue epicentro del Maracanazo de 1950 la mancha amarilla siguió generando fiebre de patria como en Belo Horizonte, Brasilia y Cuiabá.

"En el oe, oe, oe, hoy mi Colombia va a ganar" y el pegajoso "ya lo ven, ya lo ven, somo locales otra vez" los cerca de 50.000 colombianos empezaron a ganar el juego dos horas antes, ya que entraron temprano para seguir por las dos pantallas el sufrimiento de Brasil para superar a Chile desde los penaltis luego de 90 minutos reglamentarios y 30 de alargue.

Faltando hora y media los uruguayos llegaron de traje formal a reconocer el gramado y de una prendieron a la fanaticada tricolor para que apabullara el "soy celeste, soy celeste, celeste soy yo" que tímidamente soltaron los aficionados orientales al son de la exhibición de sus banderas azules y blancas.

"Uruguay tendrá que esperar un rato más, porque el turno del triunfo nos tocó a nosotros. No fue fácil, pero superar a todo un país, pues los hinchas también jugamos, es casi imposible", resaltó el paisa Diego Peña, quien se vino desde Chile (allá trabaja) a darse el lujo de ver a Colombia haciendo historia en Brasil-2014.

Mientras los hinchas animaban con los cánticos, las olas, los coros con los nombres de los jugadores, con la bendición del Cristo Corcovado que por sur luce imponente así sea en miniatura por lo lejos que está, en la cancha David Ospina se hacía invencible, James Rodríguez ratificaba por qué fue el mejor jugador de la primera fase y los delanteros hacían los goles de la gloria.

Anselmo Lema, un abuelo bonachón de bigote gitante y camisa celeste se la pasaba diciendo "que gane el mejor" cuando vio que Uruguay se iba quedando sin argumentos ante la dinámica y contundencia cafetera que lo privó de "brindarle un homenaje a Luis Suárez, por la forma como lo sacaron de la Copa Mundo".

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