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LA INVASIÓN CHINO-RUSA

  • LA INVASIÓN CHINO-RUSA
14 de julio de 2014
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Podría ser casual, pero no lo es. Porque solo en el amor las cosas son casuales. La segunda gira por América Latina en 13 meses del mandamás chino, Xi Jinping, indica la importancia que el gigante asiático otorga a una región de la que es el segundo socio comercial y uno de sus principales inversores, con 80.000 millones de dólares acumulados. Xi visitará sus satélites políticos (Cuba y Venezuela, a la que ha entregado hasta la fecha 60.000 millones de dólares en créditos), pero también Brasil y Argentina. La visita de Estado a Brasil es obligada, puesto que el intercambio comercial entre ambos países superó en 2013 los 90.000 millones de dólares y aunque en el caso de Argentina solo alcanzó los 14.800 millones, el potencial de crecimiento es enorme. En la última década, el intercambio comercial entre China y Latinoamérica se ha multiplicado por 22. En 2002, apenas llegaba a los 12.000 millones mientras que en 2013 fueron 261.000 millones. América Latina es un mercado especialmente atractivo para China. Allí no existen los recelos europeos ni estadounidenses. Mientras en Europa nadie a día de hoy compraría un coche chino y son cuatro gatos los que se arriesgan por ahora a adquirir un móvil o una tableta con tecnología china –por mucho que todos los "gadgets" del universo se fabriquen y ensamblen allá–, en América Latina la cosa cambia. Se trata además de un mercado relativamente homogéneo y, lo que es más importante, plagado de recursos naturales con los que alimentar la factoría.

El desembarco chino coincide con el de otra gran "democracia". El zar ruso, Vladimir Putin, anda también de compras por esas tierras. El viernes pasado llegó a La Habana para verse con los tiranosaurios y visitar luego a la bipolar presidenta argentina. Con ella, selló un acuerdo de cooperación en materia nuclear cuyo sentido aún estoy buscando, habida cuenta de que sobre el papel Argentina dispone de reservas de gas para hartarse en Vaca Muerta, si es que alguien logra explotarlas a pleno rendimiento. A estas alturas, Putin debe andar en la ciudad brasileña de Fortaleza en la cumbre de los llamados "Brics" (Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica). Entre medias, el presidente ruso hizo escala en Managua para abrazar a otro caudillo aliado de los soviets. El abandono persistente de Latinoamérica por parte de la Administración Obama está siendo aprovechado por dos potencias "enemigas" para instalar sus posaderas en el continente. Ya lo dijo el jefe de la diplomacia gringa, John Kerry: "La doctrina Monroe ha terminado". Aunque la presencia rusa es aún testimonial, ya se ven compatriotas de Putin más allá de Venezuela. En Centroamérica, por ejemplo.

Aunque muchos gobiernos reciben con alborozo el desembarco ruso-chino, cabe advertir de los riesgos que corren. China ocupa el lugar 136 en el índice de Libertad Económica (Heritage Foundation) y Rusia el 139. Ambas están a un punto de dejar de ser economías "mayormente controladas" para convertirse en "economías reprimidas". Como ejemplo, Colombia figura en el puesto 37 y España en el 46. A eso se suma que el nivel de corrupción en Rusia está parejo al de Guatemala (puesto 127 de 177 países, según Transparencia Internacional) mientras que China se encuentra en mitad de la tabla, pero creciendo tras los últimos escándalos. El ejemplo del reciente saqueo chino de África debería prevenirnos. Los disturbios en Mozambique contra las empresas chinas están al orden del día. «Preferimos a los blancos, ellos nos dan trabajo. Los chinos lo único que hacen es llevarse todo. Vienen con sus trabajadores y no dejan nada», relataba recientemente un maderero mozambiqueño a un diario español. En Zambia y Uganda denuncian que las empresas chinas traen presos a trabajar y que las violaciones salvajes se disparan allá donde están. Cada cual es muy libre de hacer negocios con quien quiera, pero sepan que no es oro todo lo que reluce. Advertidos quedan.

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