Tan sólo 240 turistas al día serán los afortunados que conocerán, durante los dos próximos años, las intimidades de Lady Liberty, quizás el monumento más conocido y admirado dentro y fuera de Estados Unidos y que representa, además del sueño americano que perseguían los millones de inmigrantes que llegaron durante décadas al puerto de Nueva York, los que muchos ven como valores básicos del país: libertad y democracia.
"Es emocionante poder volver a subir aquí y abrir la estatua a todos los visitantes. La idea es completar el simbolismo de una estatua que encarna la libertad y la igualdad.
"Ahora, después del 11 de septiembre, estamos dejando a la gente que vuelva a subir para que disfrute de ello", explicó a Bill Maurer, funcionario del Servicio Nacional de Parques y uno de los encargados de las nuevas visitas dentro de una estatua que Francia regaló a Estados Unidos en 1886 por obra de August Bartholdi.
La apertura de la corona de ese histórico monumento -parte de su estructura está diseñada por Gustave Eiffel- que también ejerce de un perfecto observatorio de la ciudad y, sobre todo, de su bahía, es un acontecimiento muy celebrado tanto dentro como fuera de Estados Unidos, y es que la Estatua de la Libertad ocupa, desde hace décadas, un espacio destacado en el imaginario popular de medio mundo.
A ello, ha ayudado la fijación y la inspiración que el cine ha encontrado siempre en Lady Liberty. Desde el filme Sabotaje (1942), de Alfred Hitchcock, hasta Cloverfield (2008), de Matt Reeves, pasando por Cazafantasmas II (1989) o Independence Day (1996), la estatua ha aparecido en decenas de películas en las que nunca ha acabado muy bien parada.
En forma
A partir del 4 de julio, muchos estarán contentos, sin embargo, de asegurarse que el monumento se encuentra en perfecto estado no sólo por fuera, sino también por dentro.
Para los neoyorquinos, además, la apertura de la corona significa una vuelta a la normalidad después de que fuera cerrada al público tras los ataques terroristas contra las Torres Gemelas.
Serán esos fatídicos edificios precisamente los grandes ausentes en el paisaje que se puede ver desde una estatua que, en contra de lo que se cree, no mira hacia la isla de Manhattan, sino hacia Francia, pese a que lo primero que se ve desde la que se prevé concurrida corona es la costa del vecino barrio de Brooklyn.
Desde las ventanas del lado izquierdo de la corona, sin embargo, se divisa una buena instantánea de Manhattan, pero en ella, a diferencia de hace ocho años, ya no hay ni rastro de los que eran los edificios más altos de la ciudad hasta 2001. Ése será el mayor cambio que podrá notar quien ya haya visitado el interior de la Estatua de la Libertad y quien se haya asomado por las 25 ventanas que adornan su corona.
Un total de 168 peldaños serán los que tendrán que subir por una estrecha escalera en espiral los visitantes a un monumento al que la falta de una adecuada salida de emergencia en caso de producirse otra situación de riesgo ha tenido cerrado más tiempo del que se esperaba en un principio. La base de la estatua sí se abrió de nuevo en agosto de 2004.
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