Cuando falleció, el 6 de mayo de 2006, Grant McLennan cerraba uno de los más brillantes capítulos de la música independiente, underground o del rock alternativo. Más allá de los cinco álbumes que editó en solitario. Más allá de los diez álbumes que lanzó desde 1981 con su banda The Go Betweens o las dos placas como Jack Frost -un dúo junto a Steve Kilbey de The Church- este australiano, junto a su socio de toda la vida, Robert Forster, perfeccionó las bases de un sonido que llevaría a su máximo esplendor formaciones como The Replacements y los muy laureados R.E.M.
Ni McLennan, Go Betweens, Jack Frost o los mismos Replacements lograron nunca acceder al Olimpo de los Grammy. Y para quienes durante décadas programaron emisoras o canales de videos basados única y exclusivamente en los dictados de la revista Billboard, o fundamentados en lo que decía la muy estadounidense Academia de Artes y Ciencias de la Grabación, los mencionados músicos son auténticas rarezas dignas de indiferencia y olvido. La atención de estos personajes sigue fija aun en el nuevo lanzamiento de Elton John, los refritos de Rod Stewart o a la espera de que se reúnan de nuevo las grandes y cansadas bandas de antaño para grabar y vender de nuevo lo ya grabado, lo ya vendido.
Más allá de los Grammy y de la Billboard, se los aseguro, hay vida, innovación y vanguardia. Hay un universo paralelo de creadores con ideas que explotan en todas las direcciones. Hay miles de artistas en el estricto sentido de la palabra para quienes la música es algo más que vender mucho, asegurarse mansión, limosina y posteriores entradas y salidas a la cárcel.
Sin descalificar algunas maravillosas y extrañas figuras de este tiempo -ganadoras de premios, exitosas en las ventas y millonarias en visitas a YouTube- creo que esos medios que se matricularon con revistas de listados o academias medio sordas, privaron a millones de personas en el mundo entero de conocer otros puntos de vista, otros sonidos. Esos medios conformistas y facilistas nos negaron evolucionar el gusto, expandir fronteras mentales, sensoriales, intelectuales. Esos medios, por ejemplo, nos negaron explorar más de cinco canciones de Queen, simple y llanamente, porque no fueron éxito.
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