El río San Juan es historia líquida. Por sus aguas han navegado los piratas más legendarios, desde el Olonés a Morgan, y sus fortificaciones han sido testigos de asedios sin fin para proteger los codiciados tesoros de Managua, León y Granada.
La importancia estratégica de esta lengua de agua que comunica el Caribe con el Lago Nicaragua fue reconocida en 1524 por Hernán Cortés, quien consideró esta la mejor ruta para comunicar ambos océanos. Cortés le expuso al emperador que "quien posea el paso entre los dos océanos será dueño del mundo". Tras muchos avatares, Estados Unidos siguió su consejo en Panamá.
Hoy, el San Juan vuelve a ser escenario de disputas entre los dos países cuyas moléculas separa: Nicaragua y Costa Rica. De un lado, el sandinismo "light" del racauchutado Daniel Ortega; del otro, el "eco pacifismo" de un país sin Ejército que se ve asimismo más cerca de Miami que de Centroamérica.
En octubre de 2006, el presidente Bolaños presentó un proyecto para construir un canal interoceánico. Hacían falta 18.000 millones de dólares. Ya era público que la ampliación del Canal de Panamá sería insuficiente. Tres meses después, Daniel Ortega asumía la Presidencia de Nicaragua y hacía suyos los planes de Bolaños.
Entonces, por increíble que parezca, le encargó la tarea a quien fuera su peor pesadilla: su archienemigo de antaño, el Comandante Cero, hoy reconciliado con Ortega.
Converso con Edén Pastora (jefe de la Contra que combatió en los 80, con financiación de la CIA, al primer Gobierno sandinista) en vísperas de fin de año. Está, con su familia, en el desaguadero del San Juan.
-"Comandante, ¿qué hace allá en estas fechas?"
-"Daniel me encargó limpiar el caño de Harbour Head y aquí me tiene, cumpliendo órdenes".
Órdenes que se ha tomado tan al pie de la letra que Nicaragua y Costa Rica están levantadas en armas desde que comenzara los trabajos en octubre.
-"Cuando me meto en algo, lo hago en serio. Ya sea combatir, tumbar un gobierno o dragar un río. Esta es la última locura de mi vida", ríe a 8.000 kilómetros.
La tensión diplomática y armada por el control del tramo final del río se ha disparado. La disputa se centra en una vía taponada que, según Nicaragua, comunicaba el San Juan y el costarricense Río Colorado. Como el San Juan necesita más agua en la desembocadura, donde el calado es escaso, Pastora se ha dispuesto a limpiar el caño.
Costa Rica denuncia que los sedimentos se están depositando en su territorio y que las tropas "nicas" han tomado un pedacito de su país.
La tensión ha llevado a la presidenta Chinchilla a movilizar fuerzas de élite policial a la frontera. Además, se ha emitido una orden de captura contra Pastora, con pasaporte "tico" hasta hace poco.
-"Comandante, qué es exactamente lo que hace?".
-"Definir nuestra frontera, hacer navegable nuestro río. Cuando uno limpia su casa nadie le pregunta por qué. Ahora resulta que me quieren detener cuando admiro a Costa Rica. Mi mujer y tres de mis hijos son "ticos".
-"¿Por qué dice usted entonces que este es un conflicto xenófobo?".
-"Históricamente, Costa Rica ha sido expansionista. Se sienten sangre pura y creen que los demás somos indios en taparrabos".
Aunque Pastora evita hablar de guerra -"esto se arregla; a golpes, jamás", me asegura-, deja claro que no dará marcha atrás. En pleno año electoral, y pese a que el conflicto no levanta el fervor patriótico de los nicaragüenses, el fantasma de un enemigo exterior (la fórmula castro-chavista) puede ofrecer réditos políticos a un sandinismo asfixiado por la economía. Es casi su única baza.
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