En la percepción general, reeditada ayer públicamente, el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, no parece tener por ahora reservas ni cuestionamientos de fondo sobre el avance del proceso de paz en Colombia. Y para Juan Manuel Santos se trata de una voz indispensable e indiscutida de respaldo a la permanencia de la mesa de diálogo y negociación con las Farc, en La Habana, Cuba.
El resumen de la posición de Obama al respecto, ayer, de nuevo resultó contundente: “El paso hacia la paz fue el correcto”. Y los calificativos sobre la gestión de nuestro jefe de Estado también llegaron generosos: “Felicité al Presidente por sus audaces y valientes esfuerzos de llevar una paz duradera con las negociaciones con las Farc”.
No sobra advertir que esas declaraciones provienen del principal aliado comercial y militar de Colombia en el hemisferio y el planeta. Y que al tiempo se originan en el más implacable y visible actor de la lucha mundial contra el narcotráfico. El mismo que considera a las Farc una amenaza terrorista y uno de los más peligrosos y potentes carteles de las drogas en el mundo.
De ahí la trascendencia del nuevo espaldarazo que le dio ayer la Casa Blanca al presidente Santos, a su Gobierno y al actual Proceso de Paz, que cumple un año de haberse instalado en Cuba.
Frente al proceso mismo, Obama agregó una frase de contexto y comprensión: “Este ha sido un conflicto muy largo, no es fácil y hay muchos retos hacia adelante, pero este es el paso correcto porque envía una señal al pueblo de Colombia de que es posible expandir el enorme potencial que existe más allá del conflicto. E.U. respalda este esfuerzo”.
No se trata, pues, de una declaración meramente formal y cautelosa del presidente Obama, aunque seguramente puertas adentro del Salón Oval haya habido tiempo para la crítica constructiva y para la exposición más detallada de las apreciaciones de Estados Unidos frente al proceso con las Farc, una guerrilla involucrada en la muerte y secuestro de varios ciudadanos norteamericanos en territorio colombiano y en el envío de cientos de kilos de cocaína a través de complejas redes tejidas con las mafias continentales.
Y aunque en el ámbito de la política, desde el Presidente y el Departamento de Estado de E.U., es perceptible el respaldo a los esfuerzos por terminar el conflicto armado en Colombia, desde Washington son audibles las voces sobre la independencia y rigor con que continuarán los procesos abiertos a los miembros de las Farc por el Departamento de Justicia y los tribunales de ese país.
La visita y reunión de Santos con Obama, y también con otros importantes actores de la política y del poder en Estados Unidos, hay que leerla en el contexto del inicio de las discusiones sobre el cuarto punto de la agenda con la guerrilla: “Solución al problema de las drogas ilícitas”. Un asunto central y crítico de las relaciones de E.U. con Colombia y de sus políticas de seguridad y combate frente a las Farc y al crimen organizado del hemisferio.
Este nuevo encuentro de ambos presidentes le transmite tanto un aire de confianza y respaldo a la voluntad de paz del gobierno colombiano, como un mensaje de recordación de la especial atención que gravita sobre los acuerdos que alcance la mesa de La Habana en torno al narcotráfico y los cultivos ilícitos.
Obama ratifica que será un gran aliado, pero, igual, un durísimo crítico si el proceso con las Farc “equivoca” su camino.
VISITA GRIS Y MENSAJE CLARO: FARC NO DEJAN DE SER CONSIDERADAS NARCOTRAFICANTES
Por ALFREDO RANGEL SUÁREZ
Director del Centro de Seguridad y Democracia de la U. Sergio Arboleda
Ha sido una visita muy gris, porque no tuvo mayor trascendencia. Sus resultados son nulos. Aparte de un respaldo protocolario y formal al proceso de búsqueda de terminación del conflicto armado, no hubo otro tipo de logros.
Lo que es de resaltar es que, paralelamente, el Departamento de Estado insistió en el hecho de que Estados Unidos sigue considerando a las Farc una organización terrorista y narcotraficante. Y que no se va a dejar de solicitar en extradición a los miembros de las Farc que estén comprometidos con el narcotráfico.
De hecho, no hacía falta una visita del presidente Santos para que el gobierno de E.U. diera su respaldo. Lo significativo es esta advertencia de que la negociación con las Farc no tiene mayor significación, con excepción de lo referido al tema del narcotráfico.
Creería que el pronunciamiento del Departamento de Estado señala, claramente, los límites que son tolerables frente a una negociación entre el gobierno colombiano y las Farc. El tema del narcotráfico no es negociable, porque el gobierno de E.U. no ve posible una legalización de las drogas y tampoco que se termine con la extradición, un instrumento que ha sido muy útil para luchar contra quienes están involucrados en ese ilícito.