Podría empezar contando los "pecados" de María Magdalena, Margarite Gautier o La cándida Eréndira; los de las ninfas de Tolstoi o las callejeras de Cesare Pavese. Podría dar voz a las víctimas de Jack El Destripador o reinventar a la legendaria Marta Pintuco. Pero no.
Como suele suceder, esta prostituta abraza a quien es presa de la incertidumbre. Calma estados de insatisfacción. Siempre bajo el manto de la duda, despierta todo tipo de comentarios. Con ella se va a la cama. Se sueña.
Y aunque poco muestra el rostro, a veces deja un rastro. Prostituida por el uso social: me refiero a la palabra "investigación".
Haga un ejercicio de curiosidad: cuente, en un lapso de media hora noticiosa -radio, televisión- o en una página judicial, las veces que se menciona "investigación".
Breves ejemplos de la noche en que escribí estas líneas: "'Continuaremos con nuestro trabajo operativo e investigativo, para contrarrestar el microtráfico de narcóticos?', concluyó el Coronel Riaño" ( El Espectador ). "El Museo de Arte Moderno Mahmud Jalil de El Cairo permanece cerrado mientras continúan las investigaciones por el robo del cuadro Las amapolas, de Vincent Van Gogh" (El Colombiano ). "? Se investiga si familiares de alguno de los trece niños a los que la mujer de 43 años cuidaba en el hogar El Gatico Bailarín tienen que ver con el crimen" ( El Tiempo).
En nuestro medio, donde escandalizan los individuos "sin padre conocido" pero se ignoran los N.N., no podíamos dejar sin apellido a esta hija bastarda de la lengua coloquial. Para darle una buena familia, pedigrí, la llamamos "Investigación Exhaustiva".
Pero no sólo las autoridades y cuerpos del Estado han nutrido este engendro lingüístico. Algunos periodistas y estudiantes lo cogieron de muletilla: "He aquí la investigación", "mañana lo investigo, profe", "no se sabe, parce, pero se le investiga".
En su sentido original, investigación proviene del latín in (en) y vestigare (indagar, hallar, seguir vestigios). El rigor de su ejercicio exige recursos y resultados: tres toques de 'enter' en Google no arman una investigación y, si hemos de prostituir el término, que sea por lo callejero? investigar implica andar, preguntar, tocar, oler, oír, observar. Salir al mundo.
La "investigación" (la que cayó en desgracia) parece una Odalisca de museo, un lienzo que incita pero no invita.
Las buenas bibliotecas están plagadas de casquivanas. A diferencia de la "investigación", las prostitutas literarias llegaron al papel y a la historia más por efecto de la inspiración que de la equivocación: Moll Flanders (Daniel Defoe), Berenice (Andrés Caicedo), las putas tristes de García Márquez o las musas de Las Letanías de Satán (Charles Baudelaire).
Otras palabras, atropelladas, hacen fila para entrar al burdel lingüístico: "inteligencia", "reparación", "neutralizar"?
Y toda esta metáfora para recordar que hace exactamente 23 años fue asesinado Héctor Abad Gómez. La "Investigación" ha sido "Exhaustiva", sobre todo para quienes lo añoran: hartos de reclamar justicia.
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