El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, se reunió el viernes con los principales promotores en el Congreso de la mayor reforma financiera desde la Gran Depresión, quienes le comunicaron que prevén enviarle el texto final antes del receso del próximo 4 de julio.
La aprobación de la reforma financiera, cuyo objetivo es evitar otra crisis financiera como la iniciada en 2008, es la segunda victoria política de Obama este año, tras la promulgación en marzo pasado de la reforma a la salud.
La versión aprobada por el Senado, con 59 votos a favor y 39 en contra, tiene que ser armonizada con la que aprobó la Cámara de Representantes en diciembre.
Al salir de la reunión con Obama, tanto el senador demócrata Christopher Dodd, presidente del Comité de la Banca del Senado, como el legislador Barney Frank, presidente del Comité de Servicios Financieros de la Cámara, expresaron confianza en que el texto final estaría listo para la votación definitiva antes del 4 de julio.
Frank consideró que el proceso de armonización no debería tomar "más de un mes", y aventuró que Obama "podrá firmar esta ley antes de que nos marchemos... para el receso del 4 de julio".
Ambos legisladores rechazaron las críticas que lanzó la Cámara de Comercio de Estados Unidos, en el sentido de que la reforma que debatió el Congreso perjudicará a la pequeña empresa, restringirá el crédito y conducirá a la eliminación de empleos.
Dodd replicó que lo intolerable es la situación actual: la pérdida de 8,5 millones de empleos y la ejecución hipotecaria de millones de hogares por culpa de "lo que hicieron o dejaron de hacer" las instituciones bancarias.
La legislación del Senado impone un mecanismo para que, en casos extremos, el Gobierno pueda liquidar a grandes instituciones financieras que afronten problemas de solvencia; establece un consejo de reguladores para vigilar de cerca los "riesgos" y amenazas a la economía, y estipula restricciones al mercado de derivados.
La regulación del mercado de derivados y la creación de una agencia de protección a los consumidores, fueron dos de los puntos de discordia entre demócratas y republicanos en este proyecto.
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