Tanto o más tiempo que el contabilizado en el conflicto armado de las últimas décadas, signado por la lucha y la barbarie, la reparación de las víctimas podría tardarse más de 30 años en Colombia.
"No hay un lapso estimado", indica Martha Nubia Bello Albarracín, ponente colombiana en el II Simposio Internacional de Memoria Histórica, quien afirma que puede hablarse de un tiempo de inicio en la reparación, pero no de un tiempo final.
"No hay fecha para el fin de la reparación. La respuesta es cuando las víctimas se sientan reconocidas y eso pasa por la justicia. Estos son procesos de más de dos o tres décadas. Tenemos el ejemplo de Chile, que llevan años con la reparación y aún les falta", expresa Bello Albarracín.
Esta misma percepción la comparte el especialista peruano Javier Ciurlizza, para quien el tiempo de reparación puede tardarse más de tres décadas, máxime cuando es fundamental que "se reconstruya la memoria histórica pero considerando que recordar no es un deber sino un derecho que no se puede imponer a las víctimas".
Verdad: pilar en la reparación
Para Ciurlizza, y en general para los asistentes al simposio, la verdad y la memoria son la piedra fundamental para que los procesos de reparación y no repetición, tengan sentido.
"Recordar es hacer visible lo que no se ve: el dolor de las víctimas de las violaciones a los derechos humanos como son el drama del desplazado y la marginación, entre otros", dice.
Por este motivo, las comisiones de la verdad, a establecerse y establecidas en el país, deben conllevar "a que se dé cuenta de la violencia en Colombia. Para las víctimas su masacre es representativa pero, ¿quién puede dar cuenta de tanta atrocidad de más de 50 años? Esa es la pregunta de Martha Nubia Bello.
En ese sentido, Brenda Pineda, integrante del equipo de Memoria Histórica de la oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala (ODHAG), aclara que debe tenerse en cuenta a los integrantes de las comunidades para que desde adentro ellos decidan qué contar, cómo lo quieren hacer, qué quieren hacer y hasta dónde quieren llegar.
"Los procesos deben ser construidos desde la gente. La sabiduría de las víctimas dirá qué dirección seguir y, en la construcción de memoria, hasta dónde llegar", agrega Pineda.
El ejemplo de otros países
Naciones como Perú, Chile, Argentina y Guatemala padecieron un conflicto de diferentes dimensiones al colombiano, pero que coincidieron en un mismo objetivo: la reparación de las víctimas.
En Perú, según Ciurlizza, la Comisión de la Verdad jugó un papel importante en el esclarecimiento de los hechos, la aplicación de la justicia, la reparación de las víctimas y las garantías de no repetición.
Ciurlizza dice que Perú y Colombia comparten que los conflictos se dan en medio de regímenes democráticos y hay fuentes de violencia como narcotráfico, paramilitarismo y violencia del Estado.
"Esas coincidencias deberían llevar al país a mirar la experiencia peruana en la Comisión de la Verdad, creada cuando el conflicto estaba disminuido, lo que genera un espacio democrático, de apertura y participación de las víctimas en el diseño de los mecanismos", señala.
Pineda apunta a que otra de las recomendaciones para Colombia es la de "trabajar con la educación y programas de construcción de culturas de paz con los niños en las escuelas. De esa forma se garantizaría que los hechos violentos no vuelvan a repetirse".
Pero como dice Javier Ciurlizza, "Colombia es un archipiélago de memorias", y el camino de la memoria es el que deben recorrer las víctimas para que tanto ellas como sus seres queridos no queden en el olvido ni en la marginación.
El Simposio Internacional de Memoria Histórica, Verdad, Memoria y Garantías de No Repetición, sigue hoy en la ciudad.
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