Primero unas letras en coreano. Luego dice Flying, seguido por el nombre del artista, Gustavo Vélez. Para terminar, en mayúsculas sostenidas, se lee Colombia. La ubicación: Parque de las esculturas Art Valley, en Seúl, Corea del Sur.
Gustavo Vélez es paisa y todo empezó por la plastilina. Cuando estaba pequeño le encantaba jugar con ella. "Era muy inquieto por todo lo que fuera el trabajo manual", dice. Ahora que ya creció, Gustavo es escultor.
Su obra, contemporánea. Y lo dice con énfasis. Sus dos técnicas principales, talla directa sobre mármol y fundición en bronce. Son obras abstractas, con líneas, movimientos y transparencias, que intervienen el espacio, se confunden con él, pero sin interrumpirle, y más bien, logrando cierta armonía.
De ahí que la escultura de Seúl se llame Volando y que la que inauguraron en la Universidad Pontificia Bolivariana, sea Ritmo . Todo un ritmo de vida, donde se comparte con la obra, explica el escultor, el ritmo del día a día.
Y esas abstracciones llegaron a Asia, léase Japón, Corea y China. Gustavo se imaginó esas latitudes, casi como cuando alguien se encapricha. De ahí la insistencia y, sobre todo, la paciencia que ha debido tener.
Exponiendo en oriente lejano
Han sido siete viajes. De hecho, está casi recién desempacado y por eso se ríe cuando mira su taller y lo ve en un orden, tal vez, increíble.
A Asia llegó porque vio allí un mundo diferente, con resultados que podrían ser muy importantes para su trabajo.
"A pesar de ser una cultura muy cerrada -cuenta Gustavo- y están en un cuento muy distinto, tratar de llegar a ellos es interesante".
Así que empezó a tocar puertas y a insistir "porque ellos esperan muchas cosas del extranjero, pero después de varias visitas".
En su primer viaje inició el proyecto Incontro a Pietrasanta, un proyecto artístico itinerante, con el escultor japonés Takashi Yukawa.
No obstante, aunque Gustavo ha puesto su nombre y también el de Colombia en varias exhibiciones individuales y colectivas, solo en su último viaje se sintió en plena confianza, incluso como si lo vieran como un artista de ellos, digno de exponer en sus galerías.
En esta última visita Gustavo hizo Volando , junto a artistas de otros países, en el parque de esculturas Art Valley, que estará listo en unos dos años. Serán 70 esculturas.
También, durante septiembre realizó una muestra individual en Tokio, al tiempo que otras de sus obras se exponían por segunda vez en la feria Art Shangai, en compañía de obras de Édgar Negret, Darío Ortíz y Fernando Botero.
Primero hay unas letras en coreano. Después, Gustavo y toda su obra, que se pasea, muy campante, dejando una estela de arte colombiano, por varios lugares de Asia.
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