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Las riquezas en Belén de Bajirá que reclaman dos departamentos

16 de julio de 2014
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Una seguidilla de cráteres como los de la luna, pero llenos de agua, obligan a bajar la velocidad al paso por el casco urbano de Belén de Bajirá, este pueblo indefinido entre Antioquia y Chocó. Regados al ancho y largo de la calle que apenas entra a la población, son obstáculo natural, motores que rugen, salpicaduras, en lo que va de una lluvia a la siguiente. Natural es el deterioro de la infraestructura aquí, al borde de la selva.

De la densa vegetación que comienza a escasos metros de la estación de Policía, que es marco del paso entre los dos departamentos, sale un camión cargado de madera. La arena mojada y pisada mil veces en ondulaciones y charcos se comprime bajo el peso de cada uno de los seis ejes y recupera su forma cada vez. El edificio, una fachada amplia de un solo piso con troneras por el costado y paredes rematadas en espirales de púas, es -a las afueras- la defensa de la población, vigente luego del paso de los paramilitares por todo Urabá entre 1998 y 2002.

Esa tierra sin pavimento, el piso de los 2.015 kilómetros cuadrados de extensión del corregimiento sobre los cuales lo construido es una mínima parte, es el reclamo de los gobiernos antioqueño y chocoano, desde hace 14 años.

***

En un mes se repite por cientos la rueda que va al charco, eje por eje, las salpicaduras. Salen de la población alrededor de 200 camiones cargados de maderas de Chocó y de Antioquia; cedro, cedro bueno, roble, teca, que en su mayoría van a parar a Bogotá o a Barranquilla. Cien camiones más sacan unas 1.400 reses de la región. Cincuenta llevan con el fruto de la palma de aceite, para procesar en la región de Sucre. También salen los que mueven la producción, abundante, de plátano, y de arroz, piña, yuca y maíz.

“Bajirá es una región ganadera, platanera, se cultiva mucho la palma de aceite. Es un emporio importante para el desarrollo de Mutatá y del departamento”, dice el alcalde de Mutatá, Antioquia -municipio del que por lo pronto depende Belén de Bajirá hasta que el Instituto Geográfico Agustín Codazzi (Igac) y el Congreso resuelvan el diferendo limítrofe-, Jaime Darío López Duque.

Subraya el de la madera como uno de los grandes renglones económicos que tiene la comunidad.

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Jerónimo Padilla, agricultor como la mayoría de habitantes de esta tierra que hace crecer casi todo lo que se siembre, y ebanista desde hace 28 años, pule la que será la cabecera de una cama, adornada, con curvas y relieve. El polvillo que desprende la lija de la madera cubre buena parte del piso del taller, acumulado sobre capas de aserrín y viruta.

Vino a parar al barrio El Chorrito, procedente de Necoclí, pueblo caribeño de Antioquia, donde nació. El rostro, tras un tapabocas con que a ratos evita respirar tanto polvo, revela unos 60 años. En el trabajo lo acompaña su hijo Antonio que está por los 30 y   aprendió el oficio como herencia anticipada. 

La madera, la compran procedente de pueblos de la región, prefiere el roble, con el que da estructura y forma a los muebles con los que se gana la vida.

Además de lo que tiene que ver con la madera y su trabajo, cree que es la cultura antioqueña la que ha penetrado hasta aquí.

Con la vista y el gesto, aprueba la superficie de la pieza lijada, al tiempo que se sacude el polvo de las manos. Una nube pálida brilla con la luz que se filtra por la ventana y cae con lentitud en el suelo.

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Bajirá está en una región rica en aguas. Las lluvias son frecuentes, a veces menudas y otras veces copiosas cuando empieza a llover en serio sobre los techos de latas. Según datos de la Unidad Regional de Planificación Agropecuaria de la Gobernación de Antioquia pueden caer en un año hasta cuatro metros de agua sobre el sur de Urabá.

La misma riqueza se manifiesta en los ríos. Por el sector de la ciénaga de Palo de Agua corren tantos afluentes que dos ejercicios técnicos de definición de los límites por parte del Igac a partir de las referencias de nacimientos y cauces incluidas en la creación del departamento de Chocó han arrojado resultados diferentes en 2003 y 2007, dejando localidades en un departamento y luego en el otro cada vez.

Y aunque el agua es abundante y el servicio de acueducto se presta con continuidad de manera general en la localidad, no es recomendable la ingesta de agua sin hervir y la carencia del alcantarillado es una de las necesidades más apremiantes entre las que destaca Richar Lexit Guevara, inspector de Policía en Bajirá en representación del municipio de Mutatá.

Como una de las dos autoridades municipales diferentes que hacen presencia en el pueblo -también está Félix Santos Mena, inspector de Policía por parte de Riosucio, Chocó- fue con la noticia de los primeros cultivos de palma de aceite que se establecerían en la región, que vino el primer reclamo de Chocó por la localidad.

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Los niños juegan en el parque, a un costado, en la placa polideportiva con cubierta de zinc. Camisetas sucias, tenis baratos, rodillas peladas, habilidad y alegría; el talento para los deportes abunda entre los muchachos en Urabá, tierra que también cosecha campeones. La iglesia, modesta en la plaza, el Hospital La Anunciación y el comercio, confluyen en el centro del pueblo, que aunque pobre está más desarrollado que Riosucio, municipio chocoano que también reclama a la localidad como corregimiento.

Sobre las cifras de población tampoco hay acuerdo, pero sin duda la gente está entre el potencial que puedan ver los dos departamentos al reclamar cada uno el territorio.

Para Antioquia -de ello da fe el inspector de Policía por Mutatá, Richar Lexit Guevara- hay a lo sumo 9.000 habitantes. En las cuentas del alcalde de Riosucio, Cecilio Moreno Arroyo, hay 16.000. En 2.000, cuando la Asamblea departamental del Chocó decretó a Belén de Bajirá como municipio, se registró la cifra de 12.500 incluyendo otros centros poblados en la zona. Finalmente, algunos líderes comunitarios hablan de más de 20.000 pobladores. La gente, sin duda, cuenta.

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Todo esto hay sobre el suelo: un pueblo con su gente, cultivos, ganado, naturaleza, lluvia y ríos. Sin embargo bajo la tierra también hay consideraciones determinantes si se decide que Bajirá es Antioquia o Chocó.

Aunque aún no se conocen resultados de estudios, en el subsuelo se buscan oro, platino, cobre y níquel, metales que se explotan en Chocó.

Henry Chaverra, líder comunitario, advierte que la disputa entre los departamentos por aquellas tierras tiene que ver con el cerro del Cuchillo, una montaña en medio de la ensenada, que según ha escuchado escondería riqueza mineral.

El alcalde de Mutatá, reconoce que hay proyectos de exploración en la zona. Las intenciones de seguir buscando bajo tierra existen tanto de parte de entidades nacionales como extranjeras.

“La gente anda muy interesada en ese proceso. Ese subsuelo se está explorando a ver qué es lo que tiene. Se comenta que hay uranio y otros metales, pero precisamente todavía no puede decir uno qué es lo que hay”, afirma.

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En el que podría ser el último rancho antioqueño si se toma por cierto el límite que algunos pobladores ubican en el puente de Caño Seco, vive Natividad Meléndez Mendoza. Negro, de pelo canoso, 69 años, nació en Unguía, Chocó y llegó allí hace medio siglo cuando en Bajirá había tan solo dos negocios. Llegó buscando estar al borde de la carretera, más conectado con los pueblos vecinos.

La casa es de madera, con piso de tierra y techo de zinc, sin servicios públicos. Está adornada con un afiche de campaña a la Cámara de Representantes.

Natividad tiene un cultivo de arroz y unos cuantos pollos, y un radio de pilas en el que sintoniza la frecuencia de Bajirá Estéreo; hasta allí se miden sus riquezas. No sabe el nombre del gobernador de Antioquia ni tampoco el del Chocó, pero cree que su casa está en suelo del primer departamento, eso le han dicho y se lo recuerda un tablero en la carretera, junto a su casa, señal instalada este mismo año con el nombre del departamento.

Tampoco recuerda el nombre del alcalde de Mutatá, pero  lo vio dos veces en el caserío de la vereda Cetino, cuando estaba de campaña. Al fin y al cabo, aún en medio del litigio y del estancamiento que ha traído en la inversión, los votos de la región cuentan.

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