Me sorprendió darme cuenta de que Colombia es el país latinoamericano con menor índice de piratería informática. De acuerdo con el "Séptimo estudio anual sobre piratería del software", realizado por International Data Corporation (IDC) y Business Software Alliance (BSA), nuestro país pasó de tener 56% en 2008 a 55% el año pasado. ¡Vaya cambio! La cifra es considerable si nos comparamos con Venezuela, que tiene el porcentaje más alto de ilegalidad en toda la región: 87%.
Según ese estudio, en Colombia, las pérdidas por piratería fueron de 244 millones de dólares durante el último año. Desde luego ese dinero hubiera podido invertirse en educación, salud, obras sociales, etc., pero no quiero quedarme pensando en esa cifra y más cuando las autoridades colombianas tienen una enorme tolerancia, son pasivas al impedir que desde lo cotidiano la piratería se detenga.
Me explico. Como lo he dicho en otras columnas, en Colombia la ilegalidad convive con nosotros, duerme con nosotros, nos persigue a todos lados y por eso erradicarla termina volviéndose un esfuerzo pírrico. A veces la justicia se despierta con ganas de hacer justicia y allana algún sitio donde piratean software, libros, música y aparece en las noticias dando un "importante" reporte que da más risa que orgullo.
Pero qué va, a los pocos días quienes representan la Ley de este país (las autoridades), sin remordimiento ni culpa negocian en la cotidianidad, en las calles viciadas de piratas, un par de discos que por dos mil pesos engordarán la lista de los discos compactos empacados en bolsitas o en cajitas ordinarias de cartón.
Las autoridades de este país son "amigables", alimentan la ilegalidad. A mí que no me digan que comprar un software o el último disco de cualquier cantante de moda en un semáforo no es ilegal o que no comete ningún delito ese pequeño comerciante pirata y desde luego quien compra y hace posible que este sea un buen negocio.
Tengo entendido que la Ley 1032 de 2006 dice que es una violación a los derechos patrimoniales de autor la reproducción y venta de una obra de carácter literario, científico, artístico, cinematográfico, programa de ordenador, etc., y que por lo tanto se penaliza con cárcel de hasta ocho años y multas que van de 26 a mil salarios mínimos legales mensuales vigentes. Pongo en duda esta Ley por lo que veo en la realidad, o acaso ¿la Ley permite la comercialización de una dosis mínima de esos productos piratas?
Pero este asunto con el cual pocos se comprometen, pienso, tiene una explicación. En realidad nos cuesta mucho entender lo que hace el otro porque no hemos sido educados en la cultura de la creación intelectual y por lo mismo somos "inocentes" ante el mal que se hace al comprar pirata. Las cosas empeoran cuando más que asumir una responsabilidad, un compromiso personal nos justificamos de distintas formas.
Me queda una pregunta y una incertidumbre: ¿Para qué tantas leyes pasivas si el resultado termina siendo la pérdida de legitimidad y el desconsuelo de que las leyes se cumplen de vez en cuando? Si Colombia es un país "ejemplo" en la erradicación pirata (por lo menos de software), no quiero imaginarme cómo será la cotidianidad pirata del resto de Latinoamérica.
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