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“Lloré solo, sin que nadie me viera”

Así ha vivido la pesadilla tras sanción por dopaje que lo sacó de Olímpicos. Palomeque rompe silencio. Está de vuelta.

  • FOTO JULIO CÉSAR HERRERA
    FOTO JULIO CÉSAR HERRERA
18 de mayo de 2013
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Con los spikes en la mano y el uniforme que arropaba su cuerpo vio partir la serie de los 400 metros planos en la que iba a correr. La competencia se fue sin él, con un carril vacío y tan rápido como los sueños olímpicos que alimentó durante años y que no alcanzó a cristalizar en Londres.

"Quedé en shock, no sabía qué hacer, si salir corriendo, si llorar. Me quedé pasmado, como en blanco. Ese fue el golpe, el momento más duro de este episodio...", relata casi un año después Diego Palomeque, nacido en Carepa, Urabá, a quien no le permitieron correr los 400 metros de los Olímpicos, porque salió positivo en una muestra de dopaje (testosterona exógena).

Bajo el sol del mediodía y luego de un exigente entrenamiento en la pista del estadio Alfonso Galvis, Dieguito, como lo llaman sus amigos, dio muestras de su renacer. El morocho alegre y dicharachero recuperó el aliento y trabaja sin descanso, como en sus inicios, para dentro de un año, cuando cumpla la sanción, imponer su dominio. Y rompió su silencio.

¿Cómo va su vida
luego de esa pesadilla?
"Gracias a Dios, entrenando bien. La gente que me rodea y mis familiares están conmigo y me siguen apoyando, ellos han sido un soporte grande. A veces he tenido ganas de tirar la toalla, pero no lo he hecho porque correr es lo que me gusta y me nace. Pero mi familia ha estado ahí, diciéndome que le haga, que luche por eso, que esas son pruebas que le pone a uno Nuestro Señor".

¿Quiénes, por ejemplo?
"Mi madre, mi hermano, mi entrenador Raúl Díaz que siempre ha estado ahí y que me dice: ‘mijo, hágale, hágale que usted está muy joven, fue un error, una equivocación’. Mi hermano: ‘vea, usted se partió una pierna, duró mucho tiempo sin correr, corría cojo, ahora por una sanción de dos años no se va a rendir, más tiempo duró con la pierna partida que con esto’. Mi mamá: ‘mijo, luche, acuérdese que usted comenzó descalzo, que iba sin agua ni nada a la pista, a ese tierrero donde muchos han salido. Hágale mijo que dos años pasan volando’. Todo lo que me dicen lo recuerdo bien".

¿Al principio bajó la guardia?
"Recién llegué de Londres estaba deprimido, no quería entrenar, ni mirar mis spikes. Como un mes, pero recapacité, me hicieron entrar en razón y me di cuenta de que eso fue un escalón y me golpeé, pero las heridas sanan y saldré adelante".

¿Lloró?
"Sí, lloré por dentro. Se me salieron la lágrimas. Bueno, no lloré delante de la gente, porque trato de ser muy fuerte en lo que hago, trato de no mostrar debilidad. Lloré cuando iba en el bus de regreso a la villa olímpica, lloré solo, sin que nadie me viera. Lloré en mi habitación, lloré en el avión y en casa con mi mamá, pero eso es bueno porque es una forma de desahogarse sin causarle mal a nadie".

Pero otras veces
lloró de felicidad...
"Sí, por ejemplo cuando hice la marca para Juegos Olímpicos. Se me nublaron los ojos y sentí nudo en la garganta. Fui al baño, que gracias a Dios estaba solo, y mirándome al espejo lloré de felicidad. Me quedé como cinco minutos, me sequé y volví salir. Y la pasé contento todo el día".

¿Se sintió maltratado?
"Sí, algunas personas me golpearon verbalmente: ‘ah, vos sos un fracaso’, decían. Yo no paraba bolas. Hasta me señalaron de vicioso sin saber que el dopaje no es un vicio. En la calle nadie me insultó, pero en Facebook me llegaban mensajes y razones. Pero bueno, me considero una persona fuerte de mente y de corazón y sigo adelante".

¿Lo señalaron sus colegas?
"Algunos especulaban y comentaban: ‘ya nos dimos cuenta de que corría dopado’. Pero no han venido a mirar cómo entreno. Los pocos que lo hacen se dan cuenta que yo no tengo necesidad de doparme, que me exijo en las carreras, que trato de dar lo mejor de mí en los entrenamientos, para no tener que recurrir a eso. Algunos señalan y juzgan sin saber, y yo siempre digo: hablaron mal de Jesucristo, no van a hablar de uno que es un simple humano. Eso no me afecta tanto. Leo la Biblia y eso me ha enseñado a vivir. Fortalece la mente, el cuerpo, el espíritu. Dios me puso esta prueba, un alto en el camino, es como si más adelante viniera algo mejor. Uno no puede quejarse, hay que seguir, contento con lo que tiene. No mirar hacia atrás".

¿Ya aclaró lo del dopaje?
"Eso quedó como incierto. En sí sé que marqué dopaje, pero no sé de dónde salió. Pero bueno, eso pasó, borrón y cuenta nueva como dice mi hermano. Sí me dejó una enseñanza grande. Yo confío en las personas, pero hay que tener límites. Si me brindan agua en una competencia no la puedo recibir. Si le comento a cualquiera que tengo un dolor, a esa persona no le puedo aceptar pastillas. Yo sé que es mi entrenador, pero él mismo me lo ha dicho: ‘usted no le puede recibir ni una pastilla ni una inyección ni a su técnico. Al único que le puede recibir suplementos, medicamentos o cosas así es a su médico y con la firma que indique que él lo recetó’. Eso me pasó por una novatada, pero vamos aprendiendo y adquiriendo experiencia".

¿Cree drástica la sanción?
"Creo que es breve teniendo en cuenta que hay sanciones de cuatro años. Otras de por vida. Considero que me fue bien, dos años, tengo mucho camino por recorrer, soy un atleta en proyección. Y sí, me siento contento porque a pesar de todo he seguido y seguiré luchando con la ayuda de Dios".

¿Por qué tanto silencio?
"Yo dejé que hablaran y expresaran lo que quisieran. Ahora yo puedo hacerlo, en ese tiempo también me sentía muy estresado y podía decir unas cuantas frases que incomodaran a algunos y de eso no se trata. Se trata de llevar las cosas bien y con calma".

¿A qué le apunta hoy?
"Solo estoy concentrado en entrenar. Tres meses antes de que termine la sanción me voy a proyectar. Ahora estoy como los caballos de carreras, que tiene la vista tapada y solamente miran hacia el frente, entrenando, entrenando y entrenado para que cuando vuelva a competir esté cerca de mi marca (45,62, récord nacional) o la supere, que no me sorprendan con la guardia abajo".

¿Siente que
ha madurado?
"Todo sirve. Se aprende a tomar el mejor camino, dejarse guiar. El que no escucha consejos no llega a viejo, así que hermano, siéntese, relájese y piense antes de actuar".

¿Tiene algún mensaje?
"A los deportistas que inician, que tengan confianza en ellos, que sigan sus metas, sus sueños, lo que les dice el corazón, que cuando entrenen no piensen que van a renunciar, que cuando vayan a recibir algo lo piensen, que si alguien les va a dar la mano, agárrenla, no sean arrogantes, sean humildes y mantengan su camino y la línea recta".

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