A Francisco Lopera se le quiebra la voz cuando recuerda la tarde en que su padre lo llevo a visitar a la abuela y ella no supo identificar a quiénes tenía en frente. La demencia se paseaba por el cerebro de esta mujer, madre de 16 hijos, nacida en Yarumal. "Recuerdo el gran dolor que sintió mi padre al darse cuenta de que su propia madre no lo reconocía..."
En ese momento cursaba los primeros semestres de Medicina y la impotencia lo llevó a cuestionar a los doctores de Medellín que no habían podido sanar a su abuela. "Yo pensaba que todos eran muy malos, que no era posible que no pudieran hacer nada por ella, que cuando yo fuera médico iba a encontrar la cura para la demencia...".
Han pasado 30 años y esa respuesta ha sido esquiva. Es ahí cuando la voz se le quiebra a este investigador, dueño de todos los honores en la ciencia que estudia los misterios del cerebro, y que mucho antes de graduarse como médico o sicólogo ya era uno de los docentes más respetados en la Universidad de Antioquia.
¿Cuál ha sido el momento más gratificante de su carrera como investigador?
"El momento más feliz de toda mi carrera fue el día que recibí un sobrecito que decía que había sido aceptado como estudiante de Medicina. Ese es el más feliz de todos y el más importante. Ahí supe que todo dependía de mí. Y es que como yo vivía en un pueblo, era muy complicado pasar a la Universidad de Antioquia, primero y segundo, pasar a Medicina. Eso era un imposible. Esa es la hazaña más grande que he alcanzado en mi vida. Antes de tener esa carta no tenía nada asegurado y lo que yo valoro ahí es la oportunidad".
¿Cómo fue ese proceso de llegar a Medellín?
"Me vine a hacer sexto bachillerato acá porque sabía que necesitaba estar en un buen colegio y así tener más oportunidad de pasar a la universidad. A mi papá le preocupaba de dónde íbamos a sacar el dinero, pues somos 13 hermanos, me dijo que estudiar Medicina era para gente rica y muy inteligente.
Venirme para Medellín significaba traerme la mayor parte del presupuesto de la familia... ¿y los demás qué? Una tía religiosa me ayudó a convencerlo, le dijo que yo era capaz. Yo le dije a mi papá que creía que podía hacerlo y calculé un presupuesto de 450 pesos para estudiar y vivir. Vine a Medellín, presenté exámenes de admisión en dos colegios y el resultado era tan regular que quedaba en cuarto de bachillerato. Un familiar lasallista logró un cupo para mí en el San Carlos sin examen de admisión. Hice allá sexto bachillerato.
Luego empecé a buscar casa y después de caminar por todo Belén y buscar puerta a puerta, dí con un amigo de Yarumal que me pudo ubicar en una casa de familia. Todo me iba a costar 400 pesos. Terminar sexto bachillerato en el colegio San Carlos y pasar a la de Antioquia fueron dos hechos que marcaron mi vida".
¿Cuál es la principal recomendación que se le debe hacer a la familia de un paciente con enfermedad neurodegenerativa, cómo se puede mantener la fe?
"Como esta enfermedad es incurable, lo fundamental es acompañar a la familia en todo momento, sobre todo, para mejorar la calidad de vida de los pacientes. Ellos saben que no van a recibir una cura, no la exigen, pero reclaman acompañamiento. Lo que hacemos es que sientan apoyo y eso les ayuda a mejorar la calidad de vida. La demencia requiere tratamientos paliativos y nos esforzamos en tratar la irritabilidad, la depresión, las convulsiones. Atacamos los síntomas. Este grupo de neurociencia ha aprendido mucho en este proceso sobre el acompañamiento".
¿Cómo describiría el proceso que vive un ser humano cuando pierde la memoria?
"La repetidera y el olvido de eventos recientes es el signo de alarma más importante. La enfermedad empieza cuando una persona pregunta otra vez lo que le acaban de responder o repite algo que acaba de decir. Eso puede pasar a cualquier edad. La vejez es un factor de riesgo, no es la responsable, porque hay viejos de 90 años completamente lúcidos. Lo que pasa es que en la vejez es más común perder la memoria por un bajón fisiológico. Mientras eso no afecte la vida laboral o social es normal. Cuando el problema de memoria afecta esos ámbitos, hay que buscar la causa".
Le dedicamos mucho tiempo a cuidar el cuerpo pero muy poco a cuidar la mente, ¿por qué?...
"No se ha hecho muy consciente la importancia del cuidado de la mente. Pero hay muchas cosas que ayudan. Cuidar el cerebro y la mente no es muy diferente de cuidar otro órgano. De hecho todo lo que es bueno para el corazón es bueno para el cerebro. Lo único que añadiría son dos cosas: dormir bien y tener una red afectiva, es decir, amar. Los ejercicios adicionales para la mente son secundarios, ayudan, pero no son lo más importante. Hay que tener un estilo de vida saludable, redes afectivas y dormir bien. Dormir y soñar, dos actividades fundamentales para la salud mental". ¿Alguna vez lo han tentado para que se vaya del país?
"No, nunca. Creo que nadie lo haría porque tengo muy claro que mi foco de interés está acá y lo que he hecho fue porque me quedé aquí. En otra parte hubiera sido imposible.
En cierto sentido ese es el mejor capital científico que yo tengo y es que me dediqué a estudiar un fenómeno en Antioquia que es hoy de interés en el mundo. Es una posición privilegiada estar aquí. Lo que necesito es complementar lo que no tengo aquí con la gente de afuera. El secreto es haber encontrado algo que no tienen en ninguna otra parte".Tres personas que hayan marcado su vida...
"El médico Darío Fernández , que me recomendó estudiar medicina. El psicólogo Juan Fernando Pérez , que fue mi profesor de psicoanálisis y el médico Jairo Bustamante que fue mi profesor de neuroanatomía. En lo personal, mis padres, que me enseñaron la constancia, la pasión, la disciplina. Me dieron mucho ejemplo sobre cómo superar las dificultades. Mi padre murió pero mi madre vive. Tengo esposa y una hija de 17 años, muy inteligente, muy juiciosa que va a estudiar literatura y va a poder escribir lo que no he podido".¿Ha estudiado en su familia la predisposición genética a la demencia?
"Tengo el cerebro de un tío en el banco de cerebros.
No me he atrevido a estudiarlo todavía. Murió con demencia. No quiero conocer demasiado. El resto de mis hermanos están bien y mi papá murió fue de un infarto.
Qué sentimiento describe mejor su trabajo. ¿Fascinación, impotencia, pasión, sorpresa?
"Diría que es pasión por lo que me fascina".
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