Hubo una época en la que se decía que don Coriolano Amador, el 'burro de oro', era el dueño del Centro de Medellín, por decir poquito.
No había mosca que piloteara sobre la Plaza de Cisneros, sin que le pidiera permiso al tipo que, dicen las reseñas, tenía metido en la cabeza el desarrollo del viejo Guayaquil.
Pero el sueño de Amador se quedó corto, fue un suspiro al aldo de lo que explica Álvaro Vásquez Osorio, gerente del Idea. El 'Centro Cívico Antioquia, Plaza de la Libertad', dice, va a ser un ícono tan obligado de Medellín, como lo fue la vieja Plaza de Mercado, a principios de siglo, o el edificio Coltejer, en la década del 70.
Dos estructuras de cilindros amarillentos entrelazados se están levantando en un área de 12.100 metros cuadrados a un ritmo vertiginoso y ahora sí que el futuro no tiene vuelta de hoja.
Alejandro Toro, de la firma 'Toro Posada Arquitectos', explica lo que muchos se han preguntado sobre las dos torres. ¿Van a quedar así? La respuesta es sí.
Son amarillos porque suplantan la corteza de un árbol y están ubicados de tal forma, que tubos hacen sombra para disminuir la temperatura. En el último piso de aquel que tendrá 18 niveles, se sembrará un caobo como símbolo de libertad. En la terraza del otro, de 23 pisos, quedará un helipuerto.
Adentro, cinco restaurantes, un gimnasio (sobre la calle 42), de 1.000 metros cuadrados y oficinas destinadas a entidades públicas.
Por fuera, 37 locales comerciales que están entre los 800 y 1.000 millones de pesos. Son 3.100 toneladas de hierro estrucctural y un bosque rodeando un hotel de 108 habitaciones, que será construido bajo la modalidad de concesión.
Debajo, 702 parquederos, que entrarán en funcionamiento el próximo 12 de octubre. Además, dos cubos, uno cultural con auditorios y, otro, en el que funcionarán los estudios de Teleantioquia, entidad que adquirió tres niveles de las torres.
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