La excéntrica personalidad de Muamar el Gadafi, con sus tiendas beduinas y guardaespaldas femeninas y voluptuosas fuertemente armadas, parece haber quedado grabada en los genes de sus ocho hijos.
Aunque todos ocupan sus vidas en asuntos tan dispares como la vida militar, las embajadas de buena voluntad de la ONU o el estilo playboy , sí tienen en común el gusto por el lujo y los caprichos excéntricos.
Ganaron una reputación por un comportamiento que igualaba al de su padre, a quien la vida no le alcanzó para estrenar cientos de cubiertos bañados en oro, trajes de Versace y Armani y filas de calzado de diseño.
Sin embargo, sus vidas privilegiadas se vieron alteradas o esfumadas por la caída del régimen. Con la muerte del coronel desapareció gran parte de la fortuna, al igual que los suntuosos palacios, alojamientos de lujo y caminos de mármol con los que, en su megalomanía, la familia Gadafi sorprendía al mundo.
"No puedo creer que alguien viva de esta manera. Quizás en Beverly Hills, pero no en Libia", dijo en agosto uno de los vecinos de Aisha Gadafi, la única mujer entre los ocho hijos del dictador.
Su residencia, de tres plantas, con pisos de mármol y hoy destrozada, fue bautizada por algunos como el "palacio de la prostituta".
En el caos de la guerra tres de los hijos de Gadafi -Mo'tassim, Khamis y Saif al-Arab - parecen haber muerto, al igual que el depuesto líder libio. Cuatro están en el exilio y uno continúa fugitivo.
Quizá el más conocido en el ámbito internacional, Saif al-Islam, es también el más esquivo. Un alto funcionario del Consejo Nacional de Transición dijo el viernes que estaba huyendo hacia el sur desde el último bastión de Gadafi, Sirte, hacia la frontera libia con Níger.
El resto de los hijos de Gadafi parece estar a salvo por el momento, al menos en los países vecinos.
Saadi, el exfutbolista que tenía a nueve leones como mascotas, huyó a Níger en septiembre. En el 2006, intentó crear una ciudad, versión mediterránea de Hong Kong.
Los otros tres vástagos de Gadafi viven en Argelia: Aisha, a quien llamaron la "Claudia Schiffer del norte de Africa"; Mohammed, quien dirigía el Comité Olímpico libio, y Hannibal, conocido en 2008 por maltratar a dos empleadas domésticas en un hotel en Ginebra El incidente causó un lío diplomático.
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