Había una vez en un bello paraíso -que quedaba aquí, a mis espaldas, al pie de Los Farallones de La Pintada en Antioquia-. Era un bosque donde los monos aulladores retozaban de rama en rama hasta llegar donde el viejo Simón. Él los conocía bien. Cómo no, si a muchos de ellos los vio nacer entre las ramas de los guamos o mamoncillos. Sabía entonces que aquella mamá novata necesitaba una dosis mayor de frutas frescas para ayudarle a levantar la camada. Entonces Simón ya estaba en pie para que nada faltara a los bebés y a la familia toda, que festejaba entre las rama. Por los cielos cruzaban, a lo largo y ancho del río Cauca, manadas de loros que celebraban la vida.
Pero son ya las 6 de la mañana? las seis y un cuarto? las 6 y veinte ? y los loros no llegan. Y aquí, a mis espaldas, los monos no juegan, lloran.
¿Somos conscientes de que los animales también lloran? Pues no lo parece: el refugio de los monos aulladores, hasta hace muy poco tiempo en manos de la Fundación Eco Santa Fe -del zoológico Santa Fe de Medellín, que tenía esos terrenos en arriendo- dejó de ser un santuario donde se rinde culto al amor entre los animales y el hombre. Los terrenos fueron vendidos por el IDEA al Fondo Ganadero de Antioquia. La Fundación sacó de allí entonces sus pertenencias: varias jaulas llenas de monos, guacamayas y paujiles que pasan un tiempo en recuperación antes de ser liberados en el refugio? Tuvo que abandonar ese bosque de frutas levantado con tanto esfuerzo durante 10 años? Debió dejar los monos a su suerte, y ellos no entienden por qué ya Simón también se ha ido y con ellos una historia y un trabajo de conservación de animales en vía de extinción.
Ellos no saben que los intereses económicos todo lo puede y que para el país, en su historia depredadora, valen más las hectáreas pisoteadas por el ganado que aquellas donde las aves puedan hacer sus nidos en paz? y los loros tampoco cruzan por estos aires, sobre el imponente río Cauca. Los bosques han ido cayendo con sus nidos.
Entre tanto allá abajo, en la zona urbana de La Pintada, se vive otra parte de la historia: 40 madres de familia que por nueve años han fabricado peluches imitando el rostro de los aulladores y de los monos capuchinos, se hacen preguntas: ¿qué será de nosotras y de nuestros hijos? ¿Qué será de los monos de algodón, pero, sobre todo, qué será de los monos de carne y hueso? ¿Si ellos se acaban con qué cara haremos el Festival del Mono Aullador, en el mes de octubre? ¿Cuando ellos lleguen a las fincas buscando el alimento que ahora no encuentran porque el refugio de Eco Santa Fe languidece, sabrán los lugareños respetarles sus vidas y darles el amor que necesitan?
Son muchas las preguntas. Viajé hasta el antiguo refugio en busca de los monos que varias veces visité para escribir sobre ellos. Caminé, grité, busqué y no pude encontrar uno solo, ni siquiera en el mamoncillo donde antes hacían sus fiestas? Dicen que se hará un refugio nuevo, monte arriba, pero la verdad es que allí "no pudieron darme declaraciones oficiales".
Los monos lloran y con ellos el Universo.
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6