La recomendación es contundente: todo niño recién nacido a término, debe tener su primer examen visual antes de los seis meses de vida. Cuando se trate de un prematuro, la revisión visual debe hacerse en las primeras cuatro a seis semanas de vida.
“Para que los niños tengan excelente desarrollo psicomotriz, seguridad en la locomoción, en la motricidad fina y gruesa, es muy importante tener un excelente desarrollo visual”, indica Alicia Cortés Montoya, oftalmóloga pediatra.
La madurez visual, agrega, se inicia desde el nacimiento y existe un periodo de ‘gracia’ donde el 90 por ciento del desarrollo de las neuronas se da en el primer año de vida, por eso cualquier problema visual detectado tardíamente, después del año de vida, puede causar una pérdida visual irreversible”.
Obsérvelos bien
Ese es el consejo de Ana Piedad Foronda Montoya, oftalmóloga de Clofán. Identifique la forma en que ven televisión y estudian, ¿se acercan mucho a la pantalla, los libros y los cuadernos? ¿Frunce el ceño para mirar de lejos, parpadea o se rasca con frecuencia los ojos? Esas son señales que, según la especialista, requieren atención médica.
Al mismo tiempo, es importante que los padres estén pendientes diariamente de la fijación y visión centrada de los niños, su conexión con el resto de los sentidos y la capacidad de coordinar lo que ven con las manos.
Para ello, la doctora Cortés Montoya recomienda jugar a los piratas, analizando cada ojo por separado. A la vez, que sugiere identificar alguna alteración en el color de la pupila.
“La desventaja de los ojos, es que al ser un órgano par, el daño no se nota a simple vista por lo tanto, los padres permanecen tranquilos pues creen que sus hijos están viendo por los dos ojos, cuando realmente solo lo hace por uno”, explicó Foronda.
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