"Cuando regreso a la tumba llevo flores de alhelí, grito al cielo, hijo mío, porque te fuiste sin mí", este fue el canto con el que Lilia Rosa Mesa recibió ayer los restos mortales de su hija Leidy Johana Cano, quien a sus 16 años fue asesinada por las Auc en San Carlos, hace más de siete años.
Junto a los restos de esta joven, la Unidad de Justicia y Paz de la Fiscalía entregó ayer los de otros dos menores de edad y 20 adultos, exhumados en diligencias realizadas desde febrero de 2007 hasta abril de 2009, en los municipios de Dabeiba, Ituango, San Carlos, Carepa, El Bagre, Nariño, Carmen de Viboral, Valdivia, Turbo, San Juan de Urabá, Mutatá, Salgar y Riosucio.
"Ella salió de la casa a las dos de la tarde y no volvió. A los ocho días me dijeron que ya estaba enterrada", cuenta Lilia Rosa, quien solo hoy, siete años y siete meses después de perder a su hija, carga el cofre con sus restos mortales, los que ayer mismo llevó a su pueblo para enterrarlos.
Leidy Johana fue enterrada por sus victimarios en el Hotel Punchiná, ubicado a cuatro cuadras del parque principal de San Carlos y que funcionó como centro de operaciones de los paramilitares.
Con un llamado a los grupos ilegales para que no entorpezcan con hostigamientos el trabajo de los equipos de exhumación en el país, el director de la Unidad de Justicia y Paz de la Fiscalía, Luis González de León, presidió ayer en el búnker el acto de entrega de los restos de las 23 víctimas a sus familiares.
En Antioquia esta es la octava entrega de víctimas, que a la fecha suma 150 restos de cadáveres devueltos, de 583 que se han exhumado en todo el departamento. Los 433 restantes se encuentran en los laboratorios de la Fiscalía en proceso de identificación.
De acuerdo con la investigación adelantada por fiscales, la desaparición de algunas víctimas se produjo hace más de una década. Además, lograron establecer que los grupos ilegales responsables de la desaparición y homicidio de estas víctimas fueron los frentes 47 y 18 de las Farc y los bloques Catatumbo, Mineros, Élmer Cárdenas y Central Bolívar, de las autodefensas.
"Lloramos de felicidad"
El cadáver de otro de los menores entregado ayer fue el de Carlos Mario Úsuga, asesinado el 11 de octubre de 1994 en Dabeiba, por hombres de las Farc al mando de alias "Karina".
"Hoy muchos lloramos pero es de felicidad, porque nunca nos imaginamos poder tenerlos a ellos de nuevo, así sea de esta manera", dice su hermano Héctor Úsuga, quien también con música le dio las gracias a la Fiscalía por devolverle a Carlos Mario.
Otra historia igual de conmovedora que las anteriores es la de la niña Yolima Farley Arredondo, quien fue reclutada por las Farc en Salgar mientras paseaba con unas amiguitas en una finca en las afueras del municipio.
"A los siete meses de habérsela llevado murió en un combate con las Auc. La enterraron como N.N. en el cementerio de Bolívar", cuenta su hermano Mauricio Arredondo, quien recibió ayer los restos de la pequeña.
"Estoy muy triste pero tranquilo porque ahora ya tenemos la plena seguridad de que está muerta y con nosotros", dice su hermana Claudia Arredondo, quien tenía 10 años cuando Yolima fue reclutada por las Farc contra su voluntad.
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