Cuando el doctor Luis Alberto Soto opera en una de las salas de cirugía del Hospital General de Culiacán, no puede evitar pensar que en la mesa podría tener, en lugar de su paciente, a un miembro de su familia.
Ese pensamiento y la responsabilidad que siente por salvar vidas, como Jefe del Servicio de Cirugía de ese centro médico, lo ha llevado a leer constantemente y actualizarse en las formas de matar y generar traumatismos que utilizan los carteles mexicanos de la droga.
Una necesidad que los profesionales de la salud de las ciudades mexicanas como Monterrey, Morelia, Veracruz y Culiacán, perciben como una prioridad desde hace cerca de tres años, cuando se incrementaron los actos de terror de estos grupos. "Hemos pasado de una cirugía urbana, con casos de atropellamiento, heridas de arma blanca y caídas, a una cirugía de guerra, con lesiones más extensas, amputaciones y traumatismos por artefactos explosivos", explicó el médico.
Soto sabe que ésta medicina no es nueva, por lo que los hospitales miran hacia otros países a la hora de pensar en preparar a su personal, pues, según él, en México no hay tradición de conflictos bélicos internos.
"Esta medicina se vio en la Segunda Guerra Mundial y en la del Golfo Pérsico, y es también común en países que sufren la violencia de las guerrillas, por lo que tenemos que recurrir a ciudades en las que estas cirugías se realizan en el medio urbano y ya no sólo en hospitales militares", dijo.
El galeno refirió varios casos que llegaron al hospital, con traumas ocasionados por artefactos explosivos o fusiles AK47, cuyos proyectiles pueden causar desprendimiento de extremidades.
"Hace año y medio llegó un muchacho al que le estalló una granada en las manos y se las amputó, causándole otras heridas graves. Lo operamos y cuidamos pero murió a los diez días", recordó.
Sanar la mente también
Los duelos ocasionados por la muerte de familiares o por sobrevivir a torturas y masacres, también retan a los psiquiatras del país.
La psiquiatra Beatriz Osiris Ceceña, del Hospital Civil de Culiacán, aseguró que las consultas que se hacían antes por trastornos de ansiedad o depresión, fueron reemplazadas por casos de estrés agudo o postraumático, que exigen otro tipo de psicoterapia y control con medicamentos.
"Tenemos casos terribles de mamás que pierden a todos sus hijos o de menores que quedan huérfanos y, cuando les pedimos escribir un cuento, hablan de sufrimiento y violencia", relató.
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